Demasiado relajado
Confiado. El Madrid salió excesivamente relajado y confiado. La circulación del balón era muy lenta, con exceso de pases cortos. Se jugaba mucho por el centro, lo que facilitaba la tarea defensiva del Olympiakos. Un despiste defensivo propició el gol del equipo griego, al que se le vieron las intenciones desde el primer minuto: defenderse.Reacción. A partir del gol encajado, los madridistas, heridos en su orgullo, comenzaron a mover el balón con más velocidad. Dieron más amplitud al terreno de juego, sobre todo por la derecha (Seedorf jugó más abierto). Con ello consiguieron acercarse con más peligro y, finalmente, hacer goles: Suker, de penalti, y competidor, Morientes, al rematar un centro de Jaime desde la banda.
Superioridad. En la segunda parte el partido tomó otra dimensión. El Olympiakos se estiró y el Madrid tuvo más espacio. Djordjevic, el mejor jugador griego, fue el único que ofrecía posibilidades a su equipo. Muy poco. La superioridad madridista en todos los terrenos hizo el resto. Tras el tercer gol, el equipo volvió a relajarse, y el Olimpiakos dispuso de más balón.
En silencio. Suker se las ingenió para encontrar el camino hasta el portero griego. Puso en práctica su habilidad para superar al defensa. Después, mucho valor para lanzar el penalti. Mientras, el Bernabéu, en silencio, esperaba para decidir sobre su cabeza. Recuperó la estima.