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Entrevista:

"Mi intención es que el Ateneo deje de ser el reducto de unos pocos"

Filósofo, antiguo responsable de Cultura en el Comité Central del Partido Comunista, autor de 18 títulos de relevancia académica y hasta de una novela (Bajo constelaciones burlonas) y presidente de la Asociación para la Amistad Hispano-Nicaragüense, el vizcaíno Carlos Paris engrosa ahora, un currículo intachable con la presidencia del Ateneo de Madrid, quizá el último bastión de bohemios y librepensadores que sobrevive en la despiadada ciudad. Este comunista, feminista y abanderado de las consignas de la emancipación afronta a sus 72 años este nuevo cometido con saludable vitalismo: asume el mando de una institución herida tras cuatro meses de virulentas luchas intestinas, pero dice que le sobran las ganas. "Y el tiempo, porque pienso vivir aún 50 años más", proclama.Pregunta. ¿Por qué aceptó presentarse como candidato en estos tiempos tan turbulentos en el Ateneo?

Respuesta. No tenía ninguna necesidad, es cierto, por que mi vida se llena felizmente con mis amigos, amigas, amores y con la natación. Pero si te vienen a pedir algo no se puede defraudar.

P. Usted es el socio 525 de la institución. ¿Recuerda la primera vez que la pisó?

R. La primera, quizá no. Recuerdo, sin embargo, las horas extraordinariamente gratas en la biblioteca, en mi época de estudiante y recién licenciado. Siempre te tenías por muy estudioso, pero siempre encontrabas a alguien que aguantaba dos horas más que tú con los libros en las manos.

P. ¿Le desconcierta la placidez de las estancias atenesístas en contraste con la algarabía del centro de la ciudad?

R. Al principio, yo venía al Ateneo caminando, plácidamente, desde mi casa de Sainz de Baranda. Con el tiempo, me asombró lo difícil que era llegar aquí en coche. Y es verdad que estos cuadros y estas luces tenues generan un ambiente alucinador, pero eso no puede traducirse en somnolencia: mi propósito es que el peso de la historia no nos aplaste.

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P. ¿Qué sabe el madrileño de a pie de la casa que ha comenzado a presidir?

R. No lo sé muy bien, pero sí le puedo asegurar que he recibido decenas de telegramas de felicitación, entre ellos alguno tan inesperado como el de Jesús Gil. Así que no sé si estas elecciones han interesado a un colectivo tan grande como los socios del Atlético, o si el señor Gil sopesa mi contratación como delantero.

P. En definitiva, que les conocen más bien poco...

R. Sí, el Ateneo es un desconocido porque, en esta sociedad de clases, una minoría se ha encargado de raptar la ,cultura. Mi intención es que esta casa deje de ser el reducto de unos pocos.

P. ¿No se va a aburrir un filósofo con tanto trabajo administrativo como le espera?

R. Me puedo aburrir cósmicamente, lo confieso, pero estoy dispuesto a coger la escoba y ponerme a barrer.

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