DE TOKIO A ALCALÁ
Atsuhiro Shimoyama era un bailarín de rap y gimnasta japonés destinado a hacerse cargo del restaurante familiar Matsubara, que su padre regentaba en la localidad de Saitama, próxima a Tokio. Un día vio en el cine Sangre y arena, y esto cambió su vida. Se puso a leer libros de toros, y sin decirle nada a nadie dejó su país y se presentó en Sevilla. "De español sólo sabía los saludos y decir quiero ser torero". En su libro, decía que en todas las poblaciones importantes de Andalucía había una escuela de tauromaquia. "Llegué a Sevilla, y no había escuela". Lo enviaron a la de Alcalá de Guadaira, y allí se lo encontró un día dándole pases a un becerro John Fulton, norteamericano de Filadelfia, pintor y torero, que también había descubierto la vocación por el mismo conducto. "Pero yo vi Sangre y arena en la versión antigua, la de Tyrone Power, y Atsuhiro, la de Sharon Stone", dice Fulton, que se convirtió en su apoderado. En su país era un japonés torero. En España, un torero japonés. Luchó contra ambas rarezas, pero su combate más serio llegó el 16 de agosto de 1995, en la plaza de toros de Pedro Bernardo (Ávila). En la plaza abulense, un astado de nombre Vergonzoso empitonó al Niño del Sol Naciente, su nombre en los carteles taurinos, por la carótida. La sangre dejó de llegar a la parte derecha de su cerebro y se paralizó la parte izquierda de su cuerpo. El domingo reunió a la flor y nata de la tauromaquia en Alcalá de Guadaira en una corrida benéfica para financiar su costosa rehabilitación. "Si hubiera estado bien, habría salido para salvar a mí maestro", dice Shimoyama del percance sufrido por Curro Romero. Recién llegado a España, tuvo el honor de ponerle la taleguilla al maestro de Camas. "Es el único mito en activo que hay en el mundo", dice el Niño del Sol Naciente.-
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