Ahora, el himno nacional
Después, el paso de la oca, y así, volvemos, a base de decretos, al viejo modelo político que tanto hemos criticado. No estoy contra el himno, pero utilizarlo cuando les parezca, imponer cuándo, dónde y cómo, además de obligar a los ciudadanos a que adopten una postura obligada, atenta el más elemental principio de libertad y derecho.Decía Tácito hace siglos: "Cuanto más corrupto es el Estado más leyes hay". Es importante darse cuenta del nivel de atribuciones y potestad que se ha adjudicado la clase política y que ha llegado a límites insostenibles. Hacen, deshacen y deciden el destino e intereses del pueblo y siempre a espaldas del mismo. Cuanto más tiempo permanecen ejerciendo cargos públicos, mayor es su desprestigio. Su única ambición es estar y seguir cobrando del dinero del contribuyente, pero su responsabilidad se limita a defender sus intereses personales, corporativos y asociados. No olvidemos que cada modelo político necesita instituciones y organización adecuadas al modelo escogido, y hoy, todavía, seguimos arrastrando un modelo institucional y organizativo fruto de la dictadura y las secuelas.
El juicio que merece la clase política es negativo. Veinte años desde la transición son suficientes para conocer quién es quién en el ámbito de la política; carecen de credibilidad. Su desprestigio obliga a pensar que el pueblo, viviendo de espaldas a la realidad, no toma medidas para limitar las atribuciones y potestad; es un riesgo que puede pagarse muy caro.
Votar en blanco puede ser un principio, nunca abstenerse, pues ello actúa en beneficio de los políticos. Votar en blanco es una forma expresiva y clara de rechazo, y si, pese a ello, siguen apoltronados en el cargo para seguir cobrando, hay que vertebrarse a través de asociaciones, partidos políticos, etcétera, para hacerse oír. No olvidemos que los hijos pagan siempre la culpa de los padres, y la desidia en defender la libertad y el derecho lo pagarán las futuras generaciones.- , Tarragona.