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FÚTBOL: SÉPTIMA JORNADA DE LIGA

¿Bendito o maldito?

Antic no resuelve sus problemas de trato, pero refuerza su caché como técnico

Radomir Antic está de fiesta. Su nuevo Atlético, armado habilidosamente en diez minutos, como quien dice, dio el sábado en Zaragoza otra lección de fútbol ofensivo y sugerente. El equipo rojiblanco ya es el máximo goleador del campeonato (20 tantos, dos más que los que suma el Barça) y su artillero Christian Vieri, autor de tres dianas el sábado, ya encabeza, con siete, la tabla de máximos realizadores. La euforia se ha disparado por el Manzanares, donde no se alberga duda alguna de que con el entrenador serbio se tiene un tesoro. Dentro del club se siguen denunciando defectos de trato y de carácter, pero sus méritos como técnico son indiscutibles. Es el eterno contraste que persigue al entrenador serbio. Antic, ¿bendito o maldito?Su nómina de virtudes es amplia, fundamentalmente desde la perspectiva rojiblanca: nada más aterrizar, en el curso 1995-96, conquistó el doblete (Liga y Copa), el primero en toda la historia del Atlético; su llegada (sin olvidar la influencia que tuvo el traspaso de poderes que se produjo en los despachos de la familia Gil) transformó el club más inestable de la década en un ejemplo de estabilidad; suavizó el tradicional victimismo de la casa (enseñó al Atlético a creer ciegamente en sí mismo); inventó un fútbol acelerado y ultraofensivo para el disfrute de los aficionados, y convenció al colchonerismo (jugadores, aficionados y directivos) de que aspirar a todo no tenía por qué ser un sueño. Por ahí, ningún entrenador había coleccionado tantos elogios en el Atlético.

Pero su lujoso local comercial también tiene trastienda. Y ésta le deja en mal lugar. Pocos entrenadores se habían fabricado tantos enemigos dentro de la casa como Radomir Antic. El vestuario sigue siendo su asignatura pendiente: aunque resquebrajó de arriba a abajo el que lideraban Solozábal y Simeone (jugadores y técnico se distanciaron sin solución), sigue sin ganarse la confianza y el cariño del actual (futbolistas que hasta ayer le eran fieles despotrican ahora contra él). Sus relaciones con la secretaría técnica no son más dulces. La mayoría de los reproches señalan hacia rasgos de su personalidad en el trato con los jugadores, donde no es un hombre fácil.

Su valía como entrenador, sin embargo, no la discuten ni sus principales detractores. Probablemente por eso, el club, que conocía la tempestad interna que existía contra Antic, decidió apostar por su continuidad con los ojos cerrados. Tan acostumbrado estaba el Atlético a los movimientos de su banquillo, que no quería correr más riesgos. Y los resultados le dicen que acertó.

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