Molina sudaba poco
Antic expulsa al portero de una sesión, pero, tras escucharle, acepta cambiar su método de trabajo
Por una vez, hablar claro en el vestuario del Atlético no ha supuesto un problema. Molina no estaba a gusto con la forma en la que se le entrenaba, así se lo manifestó a Antic, y el técnico ha ordenado un cambio de método. Esa costumbre tan suya de hablar claro le ha metido a Molina en más de un lío. Sin ir más lejos, le pudo costar su salida del Atlético el pasado verano (Antic recomendó su, traspaso y pidió a cambio a Van der Saar, del Ajax, o César, del Valladolid). Pero ahora, no. Las discrepancias entre el técnico y el jugador se han rebajado y sus relaciones son buenas. Tal vez por eso, un suceso que en otro tiempo podría haberse convertido en una bomba de relojería se ha resuelto sin ruido y por las buenas.Todo surgió hace un par de semanas, mientras el Atlético agotaba los últimos minutos de un entrenamiento a puerta cerrada. El equipo ensayaba libres directos contra la puerta de Molina. O mejor, contra las escuadras, que por ahí se colaban uno tras otro todos los balones. Molina no disimuló su enfado y envió con rabia algún que otro balón hacia la grada vacía. Antic resolvió el asunto de forma drástica: "Molina, a la ducha".
Luego, enfriado el asunto, el técnico convocó al guardameta en su vestuario. Cara a cara, Molina expresó su opinión sin tapujos y le dijo que no le gustaba cómo se le entrenaba este año. Los métodos de Savic, el nuevo preparador de porteros del Atlético (trabajó junto a Bastón hasta su cese), no le convencían. El guardameta está acostumbrado a otro tipo de trabajo y con éste tenía la sensación de abandonar las sesiones sin haberse entrenado. Molina, además, notaba que iba perdiendo velocidad de reacción, una cualidad esencial para defender la portería.
Aritic encajó la sugerencia Convocó al cuerpo técnico y ordenó modificar los sistemas de entrenamiento: "Ya sabéis que Molina es una persona especial, que tiene su carácter y su forma de ver las tosas. Lo mejor es cambiar". Dicho y hecho.
Savic, el preparador que Antic se trajo de Yugoslavia para cubrir la baja de Carlos Aguiar, ahora entrenador del filial, llegó con un método de trabajo distinto al suyo y también a todos los anteriores con los que había trabajado Molina. "No digo que sea mejor ni peor, sino distinto", argumenta el cancerbero, quien añade: "Si me ha ido bien con otro sistema, por qué cambiar. Yo creo saber mejor que nadie lo que necesito para estar mejor, y soy el primero en notar qué puntos no he trabajado bien. Puede ser una cuestión simplemente psicológica, pero termino algún entrenamiento como insatisfecho conmigo mismo".
Savic, por ejemplo, dedica mucho tiempo al calentamiento (una media hora) y sus ejercicios parecen demasiado elementales, muy distantes de la realidad que un portero se puede encontrar en un partido. Entre las aportaciones del yugoslavo está un sistema de estiramiento -relajación tan curioso como novedoso que sólo ha puesto en práctica en el Calderón (no viaja a los desplazamientos): mientras el equipo calienta a lo ancho del campo, Savic lleva a Molina al área y le somete a una especie de masaje por todo el cuerpo. Dicha fórmula también ha pasado a mejor vida, e igualmente de forma pacífica y dialogada.
El preparador le preguntó a Molina el pasado miércoles, ante el Mérida, si quería que le calentase y el guardameta dijo que no. Y eso que en un principio, por una mera cuestión de superstición, hasta le convencía el invento. Se sometió al masaje ante el Valladolid, y el Atlético ganó; no lo hizo en Bilbao, y el Atlético perdió. Tras el partido en el Calderón ante el Celta (encajó tres goles) y a domicilio frente al Leicester y Oviedo (no encajó ninguno), Molina comprobó que no había una relación de causa-efecto y decidió calentar solo.
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