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Los etarras del 'comando Katu' trabajaban y nunca suscitaron sospechas

Los integrantes del comando Katu, implicado en el atentado del museo Guggenheim, formaban un grupo invisible. Pese a que fueron captados hace dos años y comenzaron su actividad terrorista hace un año, eran desconocidos para la policía vasca. Gracias a su condición de legales (no fichados) y a su vida ordenada, no levantaron ninguna sospecha ni entre sus compañeros de trabajo ni entre los servicios policiales de Euskadi.Los principales- integrantes del comando Katu -el detenido Kepa Arronategi Azumendi, su hermano Jon Mikel Arronategi, y su primo Eneko Gogeaskoa Arronategi (estos dos últimos en paradero desconocido)- trabajaban con normalidad. Eneko tenía un puesto en una empresa de servicios informáticos. Kepa, de 31 años, trabajaba en una droguería de Gernika. Jon Mikel es guitarrista del grupo de rock Exkixu, según informaron a Europa Press fuentes de la familia.

Durante los fines de semana, se trasladaban al caserío Olagorta, ubicado en el barrio de Natxitua, de la localidad vizcaína de Ea, cerca de Gernika. Allí se embutían en un mono y, en las últimas semanas, dedicaban buena parte de su tiempo a fabricar jardineras de cartón piedra, a embellecerlas con el escudo del Ayuntamiento de Bilbao, y a meter en su interior las 12 granadas que querían utilizar en el atentado contra el museo. El caserío era propiedad de los Arronategi. Está dividido en dos viviendas: en una residía Jon Mikel Arronategi Azumendi y en la otra su hermano Kepa.

Los lunes, Kepa Arronategi y Eneko Gogeaskoa volvían a sus respectivos puestos de trabajo. El consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, ha reconocido que la actividad del comando había pasado desapercibida.

La Ertzaintza no encontró dinero en efectivo en el caserío, que fue registrado minuciosamente durante el pasado martes. Fuentes de la Ertzaintza creen que los presuntos etarras no tenían problemas económicos, sobre todo Eneko, que cobraba un buen sueldo.

La policía sigue el hilo

La policía investiga los hilos que pueden conducir hasta otros colaboradores del grupo terrorista, alguno de ellos ya identificado, según indicó el viceconsejero de Seguridad, José Manuel Martiarena.La Ertzaintza estudia la ayuda que pudiera haber prestado al comando algún funcionario o empleado del Ayuntamiento de Bilbao para la falsificación del sello y el papel original del servicio de jardinería del consistorio, empleados en el supuesto pedido de jardineras para embellecer los exteriores del museo.

Otra línea de investigación conduce a una floristería de Igorre. Los terroristas utilizaron albaranes de entrega del vivero Garden-Igorre, situado en la citada localidad vizcaína, cuyo logotipo comercial colocaron en la furgoneta Ford Transit en la que trasladaron los tres maceteros con sus cargas mortíferas.

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