¿No hay pruebas?
Aunque hermosa (y profunda), la idea hegeliana de que lo racional es real (y viceversa) tiene demasiados resabios ilustrados como para ser aceptada en estos tiempos descreídos y escépticos. Y, sin embargo, hay algo de cierto en ella. Y no es racional, pero sí muy real, que un partido político que juega según las reglas de los partidos democráticos sea al tiempo el brazo político de un grupo terrorista que asesina, extorsiona y amenaza, burlando cínicamente cuantas normas debiera respetar. 0 quizá al contrario, pues, como dice acertadamente Múgica, no sabemos si HB es el brazo político de ETA o ésta el brazo armado de HB. Lo que sí sabemos es que lo uno y lo otro se nos dan esencialmente juntos.
Nada más revelador que la propia recusación de que ha sido objeto el presidente de la Sala: ¿recusación legal o sutil amenaza que le recuerda que un familiar ya ha sido localizado? Si HB dice que el Supremo tiene "miedo" a lo que pueda ocurrir es porque, una vez más, asume tácitamente que ETA está detrás; si no fuera así, ¿quién tendría miedo?, Mayor desfachatez es casi imposible. Pero no; una vez más, Arzalluz riza el rizo y, mientras Mayor Oreja pide que dejemos a los tribunales en paz, acusa al Gobierno (¡no a HB!) de ejercer presión sobre la Justicia e insiste una y otra vez en que "no hay pruebas".
¿De verdad no hay pruebas? Lo que esta semana se juega en el Tribunal Supremo -la colaboración de HB con ETA- ha sido juzgado una y cien veces por todos. Y no porque hayamos tenido que hacer oscuros juicios de intenciones o deducciones fabulosas, sino porque los protagonistas nos lo han dicho con alarde de medios. ¿Quién duda de que HB y ETA son lo mismo? ¿Acaso han dejado de apoyar algún asesinato de ETA, además de, por supuesto, los de Tomás y Valiente o Miguel Ángel Blanco? ¿Qué argumentos podrían hacernos dudar de lo que resulta evidente y ha sido confirmado cien veces; a saber, que HB colabora sistemática y constantemente con ETA? Veámoslo al contrario: ¿cómo sostener que HB no ha colaborado con ETA? La capacidad de algunos políticos para ver el mundo según sus deseos es, a veces, delirante. Por ello, y más allá de sutilezas legales, lo que el Supremo está juzgando es si puede haber un partido político que, además de utilizar las armas de la democracia (la razón) con la máxima libertad, utilice además las de la violencia para llegar donde aquéllas no alcanzan; decidir si cabe aceptar a partidos fascistas o nazis; si hay libertad, no para disentir (faltaría más; libertad es siempre la de quienes piensan de otro modo), sino para colaborar con y apoyar a quienes matan, asesinan y amenazan, incluidos los magistrados que les juzgan. Y la respuesta es que podemos, que hemos sido excesivamente condescendientes con HB, que antes o después se desvela el velo de las mentiras, se descubre que el emperador está desnudo y que HB no es sino terrorismo por muchos votos que tenga, por muy abertzales que sean, por nobles que sean sus intenciones y jóvenes sus ilusiones, pues todo eso no ha impedido un rosario de víctimas que eran también votos, luchadores, jóvenes y nobles.
De modo que todo se juega entre dos vídeos. Se comprende que el PNV rechazara el del Ministerio del Interior, pero, por una vez, las imágenes dicen la verdad que las palabras ocultan. Y, si el vídeo de HB nos dice, simplemente, que ellos son la voz de ETA, el vídeo del Ministerio del Interior nos muestra, con la misma simplicidad y crudeza, la verdad de ETA.
El Tribunal Supremo decidirá lo que considere jurídicamente adecuado. Pero este juicio marca un punto de inflexión de enorme importancia. No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Y esa inflexión, ganada en la calle desde Ermua y que pende del Supremo por inoperancia de los políticos, es, como señala Julen Madariaga, que o bien HB rompe con ETA o bien HB se suma a ETA. No hay paños calientes en este juego brutal de asesinos o víctimas. No hay equilibrios, puntos medios o componendas. Una y otra vez hay que mantener que quien no está con las víctimas está con los asesinos. Los vascos hace tiempo que han elegido. HB no es excepción y debe hacerlo también.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.