Las chicas españolas de nuevo llenan un gran podio
El yudo femenino español de nuevo salvó los muebles en una gran competición. Esta vez, en los Mundiales de París, Ernesto Pérez no pudo subir al podio, como en los Juegos Olímpicos de Atlanta, pero las chicas lo llenaron con el oro de Isabel Fernández, la plata ayer, en la jornada final, de Raquel Barrientos, y el bronce de Sara Álvarez.La rotura de un dedo en una concentración celebrada en Sierra Nevada en el mes de agosto le rompió a Emesto Pérez, el subcampeón olímpico, el ritmo de preparación. No ha llegado a la gran cita francesa en plena forma y eso que tras ser eliminado en el segundo combate de repesca de su categoría, + 95 kilos, quiso sacarse la espina ayer en la última jornada, en el torneo abierto a todas las categorías. Pero volvió a caer, casi como un calco, en el segundo combate de repesca.
Ernesto es casi la única opción masculina al máximo nivel mientras no cuaje la espléndida cantera júnior, pero otra vez brillaron las mujeres, que siempre cumplen. Esta vez, en comparación al máximo podio de Atlanta, sólo repitió una, Isabel Fernández, que incluso coronó su gran escalada en la élite con el oro en la categoría de -56 kilos, tras la plata que había conseguido en los Europeos de Ostende este mismo año y el bronce olímpico en 1996.
Ayer, Raquel Barrientos subió otro peldaño en la categoría open al perder sólo en la final por inmovilización ante la cubana Despaigne, una mole de origen haitiano, mucho más pesada. Pero con su plata mejoró su último bronce europeo. Antes, el viernes, dio el gran salto Sara Alvarez -precisamente novia de Ernesto-, que rompió sus barreras de los quintos puestos y logró el bronce, su primer podio, en - 61 kilos.
Con oro, plata y bronce, España ha mejorado la actuación olímpica, que sellaron Ernesto con su plata e Isabel Fernández y Yolanda Soler con sus bronces. Soler, operada de los dos hombros, aún no está a su gran nivel y perdió ayer en su tercer combate.
Francia y Japón dominaron los Mundiales con cuatro títulos, tres platas y dos bronces. Y el francés Douillet -verdugo de Ernesto en Atlanta- aumentó su leyenda con su tercer título.
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