Un juicio raro
La actuación de la derecha, fascista (o lo que sea: los ultras organizados, de pistola en el bolsillo y, de pronto, en la mano y disparando) ante el juicio contra HB no puede ser más funesta para sus propios propósitos. Como su forma de apoderarse de acuerdo o de consumo con el Gobierno del festival de Radiotelevisión; y como sus carteles callejeros sin firma, o su happening de Recoletos. Nos podemos sentir, de pronto, de parte de un partido democrático, aun a su pesar: es decir, reconocido y con representantes en las Cortes, y en la asamblea de su autonomía, en proporción a los votos populares que obtuvieron.Yo creo que ese partido debía ser declarado no existente como tal, pero no en este juicio ni por los motivos que ocasionan este juicio, que probablemente conducirá a la absolución de los acusados (es una conjetura), sino por su forma de utilizar la democracia contra ella misma. Escribo estas palabras lleno de dudas, porque veo a los otros partidos nacionales, estatales,, utilizando la democracia de una forma que la desvirtúa y la pervierte, y que no responde al ánimo de sus votantes. Pero, por lo menos, dan la cara en los parlamentos y muchas veces la pierden. Lo peor de este país es que haya llegado a creer que la política democrática es siempre sucia y a esa resignación perversa con la que se dice que "ya se sabe cómo es la política". Sí: se sabe que no debe ser así, y que el invento no estaba hecho para esto. A mi siempre me han horrorizado más los votantes de HB que la propia ETA, que es un grupo fanático que se juega la propia vida y la libertad por asesinar y por llegar a un final imposible; la política del crimen es siempre peor que la política de la corrupción.
Aclaro que no estoy seguro de nada de lo que escribo: no quisiera, ni en este caso ni en ninguno, que nadie pensara por mi mediación, aunque sí deseo que pueda estimular a pensar, no a recibir ideas dictadas. 0 por miedo. Si alguien, en este mismo periódico, y con un prestigio personal al que me sumo muchas veces, me denuncia por esta indecisión como perpetrador de "una de cal y otra de arena", no tendrá razón: el asesinato es continuamente condenable, y condenado. Ni una brizna de pensamiento en su favor. Pero la democracia sí debe ser defendida en profundidad: y el Estado de justicia (¿de derecho?, ¿el imperio de la ley?); y cuando se ve a los grupos políticos que intentan apoderarse del horror por el crimen, se puede pensar que participan de ese crimen. Hasta los que están en el Gobierno y en la oposición.
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