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FÚTBOL QUINTA JORNADA DE LIGA

El Madrid no encontró los caminos

Sulker falló un penalti en la segunda parte . El Depor firmó su primer empate en el Bernabéu desde que ascendió

Santiago Segurola

En un partido entretenido, salpicado de ocasiones y de las paradójicas decisiones del árbitro, el Madrid no encontró el camino final hacia la victoria. Lo intentó por la vía civil en el primer tiempo y a empujones en el segundo. No le faltaron oportunidades, aunque el juego fue desigual, producto de las dificultades que tuvo el Madrid para asociarse en el medio campo. Desde la aritmética, el Madrid alcanzó tres oportunidades por cada una del Deportivo, que estuvo en el mismo plan de otros años: un equipo competente, aunque de perfil bajo. Por momentos, su fútbol fue meritorio, pero hay una cierta saudade en su estilo que termina por pejudicarle.En Chamartín, el Deportivo volvió a poner en dificultades al Madrid, que jugó con pulcritud y estuvo por encima de su adversario, pero actuó sin demasiada claridad. Es un equipo prometedor, atractivo a la vista, todavía sin redondear. Le falta acabado y una solución en el medio campo, porque el Madrid se parte en ese punto. La vocación de Raúl y Amavisca como delanteros y la tendencia cada vez más acusada de Seedorf de jugar cerca del área rival provoca una fractura alrededor de Redondo, que realizó un gran partido pero que no encontró colaboradores para despejar las vías de acceso al área.

Hay además un par de puestos que están en el aire y eso lo sufre el equipo Suker no acaba de arrancar y comienza a ofrecer síntomas preocupantes para el futuro. Su deficit de velocidad es considerable, una lacra que le impide ganar en el mano a mano con los defensas. Suker sólo se fue en una jugada frente a Naybet en la' segunda parte, pero no fue suficiente para redimirse ante la gente, que le ha tomado la enemiga. Para un hombre que antes ganaba con facilidad las disputas individuales, la situación actual le debe resultar muy frustrante. Le queda la clase, que nunca se pierde, y la pegada, que tampoco, pero hay en Suker un aire crepuscular cada Vez más visible.

El otro puesto a debate es el de interior izquierda. Frente al Deportivo jugó Amavisca y nadie le vio. Heynckes le retiró en el medio tiempo, que es una forma de confirmar las dudas que tiene con el jugador, extensivas al brasileño Ze Roberto.

En el Deportivo también hay zonas oscuras. Es un equipo sólido, pero sin Djalminha le faltó el punto necesario de fantasía en los tres cuartos. Y gol tampoco hay mucho. Así que estamos ante un equipo que va a transitar por los partidos en el filo de la navaja, con resultados apretados y con la falta de contundencia que se antoja necesaria para los aspirantes al título. Aunque resistió en Chamartín y tuvo algunas oportunidades estupendas, no parece un equipo llamado para las grandes empresas.

El partido se lo debió llevar el Madrid por todos los conceptos. Por juego, por ocasiones y por empuje. Sin embargo, no terminó de concretar su autoridad frente a un equipo que comenzó el encuentro con frescura y terminó metido en su área, sometido al acoso desesperado del Madrid. Al equipo de Heynckes le faltó poner en orden todas sus piezas.Cuando entró en escena Raúl, y eso ocurrió en la primera media hora, Suker no estaba para nada y Amavisca tampoco. Cuando Mijatovic cogió la onda, Raúl estaba fuera del partido, o al menos desubicado. Se había trasladado a la banda izquierda por exigencias del guión. Sin Amavisca, Seedorf jugó como volante de enganche y Raúl en el ala.

Pero Raúl es delantero y tampoco puede acudir al rescate todos los días. Bastante hizo con un remate al palo y con un pase espléndido a Mijatovic, que cayó derribado por Songo'o. Díaz Vega dijo que aquello no era penalti y en Chamartín estuvo a punto de formarse una turba. Más tarde, el árbitro, víctima de su mala conciencia, declaró un penalti que no lo fue. Pero Suker persistió en su desgraciada tarde y lo tiró mal.

Hubo dos jugadores que sí mantuvieron el tipo durante toda la tarde. Hierro sólo salió perdedor en una jugada frente a Bassir, que lo regateó y le mandó al piso: en el área. Y Redondo, que vive un noviazgo con el público. Merecido. Fue el mejor por presencia, carácter y juego. De nuevo en su posición natural como único medio centro, empujó al equipo hasta donde fue posible. La gente, tan cambiante, le ha hecho ídolo y se apresta a disfrutar con un futbolista que tiempo atrás vivió un calvario indecente.

Con todas sus cosas, el partido resultó entretenido en la primera parte y vibrante en la segunda, cuando el Madrid aceleró y buscó la portería con decisión. Debió conquistar la victoria, pero también es cierto que la impaciencia le ofuscó y que terminó el encuentro con la máxima energía y sin demasiadas luces para encontrar el camino del gol.

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