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Tribuna
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Lo malo es leer

Juan José Millás

El delito parece mal a primera vista, pero cuando uno profundiza en su función social no tiene más remedio que admitir que crea muchos puestos de trabajo, además de saciar la voracidad impositiva de las instituciones públicas. Un ejemplo: la grúa municipal sólo es capaz de rebajar sus precios a condición de capturar más coches, porque el Ayuntamiento no puede prescindir de los ingresos que le proporcionan los delitos contra el código de la circulación. Todo un consuelo para el madrileño incivil, tan injustamente maltratado en los discursos de las autoridades.-Oiga, que está dejando el coche en doble fila.

¿Y usted sabe cuántas familias comen de automóviles como el mío, imbécil? ¿De qué vivirían los guardias y los conductores de la grúa si todos cumpliéramos las normas? ¿Y de dónde obtendría el municipio los recursos para la construcción de aparcamientos públicos? Agradezca que hay sinvergüenzas individualistas, como yo, de los que viven los honrados colectivistas, como usted.

-Los ciudadanos respetuosos con las leyes deberíamos reflexionar sobre nuestra estrechez de miras y besar por donde pisan los canallas que abandonan su BMW en cualquier sitio para comprar tabaco, sobre todo para comprar tabaco, porque gracias a la multa y al cáncer de estos vecinos ejemplares se acometen obras de infraestructura y se paga la sanidad catalana. Cada vez que usted se fuma, un cigarrillo, se abre un ambulatorio en Barcelona. Y cuando la grúa se lleva su Opel Corsa está contribuyendo a la construcción de un aparcamiento dónde permanecen al abrigo de la intemperie, y debidamente vigilados, los coches que se lleva la grúa, no sé si me explico.

De manera que si usted es uno de esos rebeldes que deja el Golf encima de la acera por el que está en contra del sistema y todo eso, desengáñese. Ahora la rebeldía consiste en obrar bien. Si todos hiciéramos lo que debemos, el paro se dispararía y la enseñanza o la sanidad se vendrían abajo, piénselo.

0 sea, que fumar es malo para su salud, pero excelente para la de los que reciben las tasas de su bronquitis crónica. Y abandonar el Laguna en doble fila frente al Mallorca de Velázquez, está feo, desde luego, pero no tanto como para que no convenga hacerlo una o dos veces al mes si queremos que las cosas sigan como están. Esto nos lleva a una contradicción que hay que tragarse, y es que el anarquismo pasa hoy por el cumplimiento estricto de la norma. Nada para combatir con eficacia este peligro como la doble moral: odiemos al delincuente, pero subvencionémosle bajo cuerda para que nos siga dando de comer. Eso lo hacen perfectamente los señores que ahora nos mandan porque ya sus abuelos, a quienes les daba horror el adulterio, tenían una mantenida en la calle de Alcántara. Y defendían el ayuno, pero compraban la dispensa al Papa. Por eso se muestran tan ingeniosos a la hora de resolver la prostitución de la Casa de Campo: opera sobre ellos una tradición tan rancia como la de sus apellidos. Ahora reniegan de los ciudadanos que no cumplen el código, pero van a compensar la bajada de bandera de la grúa incrementando la productividad de los agentes.

Esto es lo que les digo yo a los jóvenes cuando se dejan ser dichos, si se dice así: que elijan bien la forma de rebelión que menos convenga a la estructura, porque algunos creen que no hay nada como tomarse dos cervezas y romper tres marquesinas para cargarse el sistema Y no: el delincuente y el alcohólico pagan impuestos, tasas, aranceles, sin los que el orden establecido se desplomaría. Lo demoledor para la realidad no es atracar la Caja de Ahorros con la colilla de un Camel en la comisura, sino permanecer en casa leyendo a Sartre, o a Camus, que son compatibles, por mucho que digan.

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Uno conoce a varios sujetos de esta clase y son peligrosísimos, porque cuando van al Crisol de Juan Bravo para comprar más libros de Sartre o de Camus tienen, encima, la mala leche de no dejar el coche en doble fila, o sea, que no le dan ni un duro de más a Alvarez del Manzano. Y por lo general tampoco fuman, con lo que aminoran él apoyo de Pujol a los presupuestos de Aznar. A ver si aprendemos.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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