"¿Y este año dónde nos toca?"

"A las siete de la tarde, hoy a las siete de la tarde". Bueno, es posible que media hora más, o un hora, o dos. Por fin fueron las diez de la noche cuando los más afortunados pudieron saber que se quedarían en el instituto del curso pasado. No hubo suerte: ni yo ni muchos de los que allí estaban habíamos salido en las listas. No habíamos confirmado. "Mañana, mañana a primera hora saldrá vuestro destino". ¡Ale! ¡Otro paseo al ministerio! -"Vitrubio", para los amigos-. De todas formas, como no tenemos otra cosa que hacer... Dicen que ha habido un error informático y que tendremos que esperar hasta la tarde. Eso sí, nos aconsejan que mejor que no vengamos a primera hora. Y, como cada año por estas fechas, nos preguntamos: ¿sabremos qué instituto nos han asignado antes de que empiece el periodo lectivo? ¿Seremos capaces de preparar nuestras clases lo suficientemente rápido para que se adapten correctamente a los alumnos? ¿Nos dará tiempo a buscar casa no demasiado lejos del lugar de trabajo?Eso sí, a pesar de todo, tenemos que estar contentos, porque ¡somos funcionarios! No importa que la adjudicación de centros se haga de esta forma desorganizada e incomprensible, porque, al fin y al cabo, algo nos tocará... Tampoco importa si tenemos que impartir otra materia que no sea la nuestra, porque, total, esto de dar clase no es tan complicado. No hace falta que nos molestemos en acumular puntos y puntos en nuestro currículo, porque un compañero con menos puntuación puede confirmar en su centro y tú, como eres desplazado, tener que apañarte con lo que te dejen...

¿Dónde está la mejora de la calidad de enseñanza? ¿Dónde está el espíritu de los docentes? ¿Hasta cuándo hay que seguir tragando? Quizá deberíamos actuar todo el año, y no sólo reflexionar en septiembre... Quizá los alumnos y los padres deberían estar más al corriente de nuestra situación... Quizá no sea tan fácil ser funcionario, y menos aún cuando tratas de hacer bien tu trabajo.-