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VUELTA 97

Escartín y Dufaux, los fatalistas

"Sólo si Zülle falla tendremos algo que hacer", es su coincidencia

Carlos Arribas

Dos días han pasado de montaña y nada ha cambiado. O en todo caso ha empeorado para las expectativas de Escartín y Dufaux de acabar con el liderato de Zülle, que avanza firme hacia el triunfo. Terminó ayer la etapa, y entre rayos y bruma, rentre lluvia torrencial y casi el anuncio del fin del mundo, y agotados, casi sin tenerse, Dufaux y Escartín se encerraron en la roulotte del control antidopaje. Juntos en la antesala comentaron la fortaleza de Zülle y de su equipo; también que uno, el español, se encontraba peor que el día anterior, y que otro, el suizo del Festina, algo mejor. Pero los dos llegaron a la misma conclusión: Zülle es inatacable y más vale no mosquearle en exceso. Ambos se convirtieron ayer en los fatalistas.Mientras esperaba a la puerta a que su ciclista llenara el recipiente de orina, Bruno Roussel, director del Festina, lo expresaba eufemísticamente. "Hemos llegado a la conclusión", dijo, "de que no podemos ganarle a Zülle tiempo poco a poco, que sólo se le puede derrotar sacándole mucho en una sola Jornada". Luego bajó a la arena el gentil suizo y dijo lo mismo, pero más crudamente. "Sólo me queda la oportunidad de los Lagos, el domingo, porque la etapa del Naranco no es de alta montaña, no valdrá para nada", dijo. ¿Y para que el domingo pueda dar la vuelta a la Vuelta, es decir para sacarle por lo menos dos minutos a Zülle, necesitaré que coincidan dos cosas: estar yo perfectamente y que Zülle tenga un día malo". Para Dufaux es la dura ascensión a los Lagos el único día importante que queda, el que puede transformar su actual fatalismo en optimismo o, al contrario, en conservadurismo. Si no lograra derrocar a Zülle pasaría a defender su segundo puesto en la última semana. "El domingo por la noche estará la Vuelta decidida", dijo.

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Y cuando salió al ruedo Fernando Escartín, más de lo mismo. 0 incluso peor. Si Dufaux. había terminado la etapa con buenas sensaciones, el bravo aragonés, todo lo contrario. "Estoy un poco más justo que la vispera", dijo el hombre que gracias a sus garras lograba no descolgarse de las ruedas buenas cuando la cosa se aceleraba. "He tenido un mal día". Escartín no sólo estaba fatalista, sino más bien pesimista. "Por lo menos he podido aguantar con ellos", dijo.

El Kelme había cambiado la táctica. Ayer trató de "dejar en fuera de juego a la ONCE en La Cobertoria" no a base de ataques su estilo habitual, sino imponiendo un fuerte ritmo en la cabeza. No les valió de gran cosa. "Arsenio y yo nos desgastamos allí para intentar descolgar a los compañeros de Zülle. pero Leaniz y Jalabert aguantaron muy bien". Así las cosas, la coincidencia con el otro escalador, con el suizo del Festina. "En efecto, sólo nos queda esa oportunidad, que Zülle desfallezca".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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