La televisión pública ítaliana dedica 10 horas a la memoria de María Callas
Entrevistas, reportajes, interpretaciones inolvidables de María Callas, como el segundo acto de la Tosca de Puccini dirigida por Franco Zefirelli, y hasta una muestra de su maestría como actriz encarnando a Medea en la película dirigida por Pier Paolo Pasolíni. La segunda cadena de la televisión pública italiana (Raidue) dedicó ayer un homenaje abrumador a la soprano María Callas en el 20º aniversario de su muerte, ocurrida en París el 16 de septiembre de 1977. Un maratón de 10 horas en memoria de la diva.
El Callas day -la devoción por la lengua inglesa es notable en Italia- estuvo marcado además en la tierra del bel canto por la inauguración de una superexposición sobre la diva en la Scala de Milán y hasta por una intervención televisiva especial del presidente de la República Italiana, Oscar Luigi Scalfaro.El maratón Callas comenzó al filo del mediodía con la emisión de fragmentos de sus más famosas interpretaciones operísticas y un material inédito compuesto de entrevistas y documentos varios sobre la vida de la diva. María Callas, la voz del siglo llevó ala pequeña pantalla la voz de la gran soprano y los testimonios de amigos y colaboradores: Luciano Pavarotti, Zubin Metha, George Prete, Giuseppe Di Stefano, Ruggero Raimondi, Franco Battiato y Andrea Bocelli.
Los entusiastas de la Callas pudieron contemplar en directo al mito de la ópera en diversos momentos de su carrera, que acabaría bruscamente con su muerte a los 53 años. Impecablemente maquillada y vestida por la estilista Biki -nieta de Puccini-, afectada en sus modales y en el tono de voz, la gran María acaparó ayer la pequeña pantalla desplegando una magia asombrosamente intacta 20 años después de su muerte.
La operación rescate tiene un evidente carácter comercial, con una reedición de sus interpretaciones a cargo de la casa discográfica de la diva, Emi Classics, que edita un catálogo completo en discos compactos. Pero hay algo más. Quizás la dimensión humana de la Callas, a quien Zefirelli describe como una niña fantasiosa y tierna, cegada por el resplandor de las joyas y los focos del escenario. "María tenía una enorme pasión por las joyas, la exaltaba su sola contemplación, y yo, sólo para estimular su ya de por sí enorme pasión escénica en el Turco en Italia que hicimos en la Scala, pedí que adornaran el traje del barítono con suntuosas aunque falsas piedras preciosas. La alegría de María fue inmensa y la escena de amor resultó de extraordinaria eficacia".
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