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Tony Blair y los sindicatos buscan un nuevo contrato social

Isabel Ferrer

La Asociación de Sindicatos Británicos (TUC) protagonizó la pasada semana uno de los congresos más reveladores de las dos últimas décadas. Marcado a fuego por el nuevd contrato entre el propio movimiento sindical, el Gobierno y las industrias, propuesto por el primer ministro laborista, Tony Blair, su clausura sirvió para que las voces de las un día poderosas trade unions volvieran a oírse en el Reino Unido. "Fuerzas empresariales intentarán torpedear el derecho a sindicarse de los trabajadores. Hay que estar alerta", advirtió su secretario general, John Monks, poco antes de lanzar una campaña informativa en apoyo del reconocimiento sindical por parte de las industrias.El patrocinador de dicho proyecto no es otro que el Gobierno laborista, que cumple así una de sus promesas electorales. La nueva legislación, prevista para 1999 , obligará a las empresas a admitir la presencia de un sindicato en su seno. El convenio colectivo posterior deberá ser negociado con sus representantes. La TUC, temerosa de que el afán modernizador del laborismo y, en especial, su apego por la flexibilidad del mercado acaben desnaturalizándola, recordó que "sindicarse supone, extender una modesta forma de ciudadanía al puesto de trabajo".

John Monks, padre de la frase, recordó a colegas y compañeros que muchas compañías consideran aún inútiles a los sindicatos. El Instituto de Directores, sin ir más lejos, pide libertad para decidir si permite la sindicación interna de los asalariados. Una de sus responsables, Ruth Lea, dice incluso que cualquier mención a los "derechos democráticos del trabajador es irrelevante". Contra afirmaciones como ésta pueden chocar las buenas intenciones de una TUC, que empieza a no ver al laborismo como un compañero. natural o único de viaje. Una sensación compartida por el laborismo.

Fin a las huelgas salvajes

De todos modos, sindicatos y Gobierno saben que se necesitan más que nunca en el Reino Unido. "Estos días de las huelgas salvajes han terminado. Negociación y pactos son la forma de resolver problemas", aseguró el primer ministro provocando más de una mueca. Dispuesto a sacar el mayor partido posible de su posición como interlocutor privilegiado, Monks defendió a su vez la "flexibilidad positiva".

El terreno de este nuevo sindicalismo preparado por el líder laborista fue tanteado de inmediato por unas empresas hasta entonces elípticas. Adair Turner, director general de la Confederación Británica de la Industria (CBI), habló de "ideas comunes y búsqueda de acuerdos, incluso en Educación y aplicación de la normativa europea". Aunque subrayó que sigue oponiéndose al reconocimiento sindical obligatorio, Turner sugirió que de entrar en vigor la ley, "la CBI abogará para que su uso reduzca el riesgo de conflictos y cree reglas aceptables para todos".

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