Desconcierto final
Poco provecho. Poco a poco el Betis fue ganando metros en su lucha por el dominio del centro del campo. Arriesgó más que su rival adelantando la defensa para ayudar en la presión y provocar el fuera de juego mientras que el Valladolid esperaba en el borde de su área. Un disparo de Alfonso a la escuadra fue todo el provecho del ligero dominio de la primera parte y un gol en contra por un despiste.Las bandas. El Betis sólo pudo utilizar, y muy poco, la banda izquierda para buscar las penetraciones. Ni Fernando con más libertad que Jarni, ni Cuéllar, pudieron con la disposición táctica defensiva planteada por Cantatore para anular una de las armas más peligrosas del Betis. La ausencia de Finidi se dejó notar.
Tres pilares. El Valladolid basó su juego en tres pilares fundamentales: trabajo en zona, presión y contraataque. Trabajo en zona: perfecta la relación entre líneas y jugadores de cada línea. Presión: muchísimos balones robados y el premio más importante el del gol. Contraataque: la opción ofensiva más utilizada.
Soluciones por fuera. En ataque el Valladolid siempre tenía soluciones en las bandas. Cuando Quevedo o Benjamín entraban a tocar sus respectivos laterales Torres Gómez o Marcos les doblaban para que el poseedor del balón tuviera la posibilidad de elegir progresar por fuera o realizar un pase interior.
El desconcierto. El partido adquirió un ritmo frenético según se acercaba el final. En una de las contras del Valladolid dejó descolocada su defensa lo que aprovechó Vidakovic para empatar a pase de un Oli olvidado. A partir de ese momento el desconcierto local fue total.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.