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Reportaje:

Ardillas en el campo de batalla

Tirachinas, cepos y perdigones amenazan a los pequeños mamíferos soltados en un parque de Villaverde

Las ardillas de Madrid pasan su vida en la gran ciudad de forma desigual. Desde que llegó la primera al parque del Retiro, hace ya 11 años, estos animales se han multiplicado rápidamente. Más de un centenar de ardillas disfrutan en esta zona verde de una vida tranquila, mimadas por sus paseantes, de, cuyas manos comen con total confianza. A lo largo de estos años, el Ayuntamiento ha ido soltando ardillas en la Fuente del Berro, la Casa de Campo, el Campo del Moro, la: Alameda de Osuna y la Dehesa Boyal de Villaverde. Pero es precisamente en este último parque, de unas 11 hectáreas, donde su existencia ha resultado más complicada de lo que podía esperarse en un principio.Las tres parejas de ardillas que, procedentes del Retiro, se soltaron en la Dehesa Boyal en junio del año pasado se han encontrado con un ambiente hostil. A primera hora de la mañana, la patrulla de limpieza se suele encontrar alguna que otra sorpresa. "He visto cepos colocados entre los pinos y algún que otro crío del barrio que intenta cazar a los animales", comenta Eduardo, uno de los barrenderos.La Junta Municipal de Villaverde asegura que los animales han criado y que los vecinos han visto a ardillas pequeñas, pero es difícil confirmar este extremo, porque los animales del parque no están censados. De hecho, los vecinos no han visto demasiados ejemplares juntos. "No sé cuántas ardillas hay, pero normalmente suelo ver dos o tres", apunta Eduardo, el barrendero. Y Esperanza, una mamá con un bebé de tres meses, coincide en haber visto "una pareja de ardillas y otra suelta".

Mientras, Rafael, un jubilado, arremete contra los gamberros: "Unos chavalines de la zona les lanzan piedras con tirachinas y también con escopetas de perdigones. Es indignante lo que hacen a las ardillas".

Los hechos confirman lo que todos temían. A los pocos minutos, dos niños de 12 y 13 años vigilan., tirachinas en mano, las copas de los árboles. "Sólo tiramos a1os pájaros. A las ardillas no les hacemos nada", comenta, temeroso, uno de ellos. El otro señala: "Un chico de aquí, El Kiki, que tiene 15 años, sí que les tira piedras, pero creo que no ha cazado ninguna".

Según la Ley 2/91 para la Protección de la Fauna y Flora Silvestre de la Comunidad, estos mamíferos se encuentran entre los animales protegidos con sanciones menos graves. La multa por cazar una ardilla oscila entre las 10.000 pesetas y el millón. Y por colocar un cepo, pueden pagarse hasta 105.000 pesetas de sanción económica.

"En la Dehesa Boyal hemos decomisado un par de escopetas", apunta José Luis Montero, suboficial responsable de la Patrulla Ecológica del Ayuntamiento de Madrid. "Es un tema de mentalización ciudadana. Aunque pongamos más vigilancia en los parques y jardines, es difícil atajar el problema".

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