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Reportaje:

El pequeño depredador

Juninho llega al fútbol español con las armas de los brasileños y los europeos

Diego Torres

Juninho es un futbolista asombroso. Sus primeros pasos en el fútbol español, cuatro partidos con el Atlético de Madrid, le han bastado para revolver el temperamento del equipo y dejar patente que el reducido envase de su cuerpo contiene un talento y una fuerza moral que intimidan."Para que se vea el verdadero Atlético hay que esperar", dijo Juninho en la puerta de los vestuarios del campo del Vicente Calderón. La plantilla del Atlético de Madrid había terminado de entrenarse y se disponía a partir hacia Tenerife, donde jugaría su primer partido televisado en España. Lo haría bajo el peso de su fama como futbolista y del precio que había pagado el Atlético al club inglés Middlesbrough para conseguir su fichaje: 3.000 millones de pesetas. Por aquellos días era la mayor operación jamás realizada en nuestro fútbol.

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A sus 24 años, el mediopunta nacido en San Pablo, Brasil, cogió su bolso y se llevó su escasa humanidad de niño de 1,67 metros hacia el autobús. Al verlo alejarse solo por el césped del campo, se hacía difícil creer que a ese jugador pequeño, patilargo y de tronco corto, le bastarían cinco días y cuatro partidos para cambiar la faz del Atlético.

Un día después de la marcha de Madrid el club rojiblanco comenzaba a olvidar una pretemporada deslucida por una derrota ante el Valencia y un tercer puesto en el Trofeo Teresa Herrera. El lunes pasado el Atlético batía al Werder Bremen ((8-0) y se llevaba el Trofeo 75 Aniversario del Tenerife al empatar a un gol con el equipo canario. En dos partidos, el brasileño marcó dos goles y participó en la conversión de otros cinco. La exhibición se prolongó hasta el viernes pasado, con la obtención del Trofeo Carranza tras endosar un 1 a 0 al Corinthians y un 6-3 al Tenerife.

Algo había cambiado en el Atlético. De pronto adquirió el talante de los ganadores. Todo desde que cuenta en sus filas con Osvaldo Giroldo Junior, Juninho. Traspasado desde el Sáo Paulo al Middlesbrough por algo más de 1.000 millones de pesetas, en 1995, nadie habría apostado nada por él en el fútbol inglés: rudo, plagado de gigantes combativos, todo hacía suponer que pronto sería barrido por los marcajes. Costaba creer en un jugador tan pequeño. Pero un grupo de notables apostados en el graderío de Wembley, una tarde de 1995, creyó ver en él al Golden Boy, el Chico de Oro que haría enmudecer a las hinchadas de la Liga inglesa. Aquella tarde Inglaterra se midió con Brasil en un torneo amistoso que terminó con la derrota de los locales y un gol histórico de Juninho. Entre los notables estaban Ian Wilson, más tarde responsable de llevar a Juninho al Middlesbrough, Brian Robson, el segundo de Terry Venables que luego sería su director técnico, y Radomir Antic, el entrenador del Atlético que vio ese día por primera vez a Juninho, que sacó de quicio a la defensa inglesa.

Mejor que Simeone

"Lo de pequeño es relativo", explica Antic. "Juninho tiene una tremenda capacidad psíquica a la que une sus enormes dotes técnicas". Para Antic, Juninho no sólo sustituye a Simeone, sino que supera en calidad al argentino. "Estamos ante un líder, por sacrificio y por técnica; técnicamente es mucho mejor que Simeone, está más dotado, sabe estar, tiene un gran sentido de la profundidad, y ve el campo como nadie".

Precisamente a esta virtud, a la capacidad para leer los partidos, se aferró Juninho al llegar al fútbol inglés. Un fútbol con multitud de jugadores sin visión de juego en el que Juninho se sumergió con dotes de adivinador, fina técnica brasileña, y un coraje inaudito que en las campañas 95-96 y 96-97, lo llevaron a convertirse en la pieza clave del Middlesbrough, un equipo débil de la Premier League que, a pesar de descender a Segunda, sirvió de escaparate para que el brasileño fuera elegido futbolista del año por la Asociación de Periodistas de Fútbol de Inglaterra.

Juninho había evolucionado. "Antes era un poco embarullado. Ahora ha adquirido mucha claridad en los metros finales, toca rápido y regatea muy bien", dice Angel Cappa. El técnico argentino comparte con Antic la idea de que Juninho ha sintetizado la cultura futbolística brasileña con la europea. Es un jugador que conjuga habilidad con disciplina, velocidad, y despliegue.

Todo un logro para un tipo que siempre jugó cuesta arriba. Hijo de un tendero que había jugado al fútbol en la Segunda de su país, Juninho se crió desde pequeño en la cultura del balón, pero su físico endeble no le facilitó las cosas. En 1993, y tras años de frustrante fatigar por equipos como el Juventus de San Pablo o el Corinthians -que lo descartaron por su diminuta estatura- Juninho comenzó su rápida ascención: durante un partido que enfrentó a su equipo, el Ituano, contra el poderoso Sáo Paulo de Telé Santana. El ex entrenador de la selección brasileña vio en el campo a un jugador pequeño con un regate fantástico que trasladaba el balón por el césped con una velocidad y una decisión descaradas: Juninho.

La marcha de Raí al París Saint Germain propició su inclusión en el equipo titular con el dorsal que simboliza la perfección, el 10. Su padre intentó persuadirlo para que se fuera a un club más chico para poder triunfar, pero Juninho era entonces, como ahora, un hombre que detrás de una fachada afable con aire ingenuo, esconde un carácter pundonoroso, seguro de sí mismo, agresivo en el juego. El temperamento de Juninho se había trocado en el de un perfecto competidor, un pequeño depredador que junto a Palinha, Cerezo y Cafú, ayudó al Sáo Paulo a erigirse en dominador absoluto del fútbol mundial: la conquista de una Recopa, una Recopa Suramericana, y una Copa Intercontinental ante el Milan avalan su paso glorioso por el club paulista. Luego vendrían las giras internacionales y aquella cita de Wernbley 95, y su gran gol a Inglaterra, y el asombro.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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