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Televisión para 'entendidos'

En el argot gay, quien entiende es de la causa, pierde aceite, es de la cáscara amarga o, para los más cinéfilos, es sencillamente "un amigo de Dorita" (la protagonista de El mago de Oz, con sus tres sospechosos compañeros de viaje). En televisión, la homosexualidad da mucho juego. O mucho share. El puente (Tele 5) es un trasiego de petardas, drag queens sin dignidad y maricas desplumadas. Al presentador le hace mucha gracia, y el padre Apeles se siente a sus anchas sembrando la confusión, haciendo creer a quien no entiende que esa fauna es el reflejo de una perversión, que la homosexualidad produce monstruos. Esa visión enfermiza e insultante es también la que mueve a Arévalo en algunos de sus gags (Arévalo y Cía, en Antena 3) y al clan de los Horrores, perdón, de los Ozores (La noche de Ozores, en Antena 3).El pasado lunes, Beatriz (personaje que interpreta Leire Berrocal) se quitó la máscara ante sus padres en Más que amigos (Tele 5). Ya había confesado su verdadera opcion sexual a Mar (Melanie Olivares), pero en el último episodio hacía frente a una situación más delicada. Bea es una lesbiana vivaracha, superprotectora, solidaria y, para sorpresa de los amantes de los tópicos, muy femenina (todavía los hay que se imaginan a las lesbianas a bordo de un camión). "¿Te averguenzas de lo que eres o te avergúenzas de lo que soy?", le espeta Sole, su novia. Pero Bea se siente confusa: "Es como si tuviera un lado enfermo. Por un lado me acepto como soy, pero por otro tengo miedo de hacerles daño a mis padres". Lo cierto es que el director Daniel Écija ha elegido la vía de la normalidad, algo por lo que ya había apostado en Médico de familia (Tele 5) con José Conde en el papel de doctor homosexual -sin plumas ni muchos novios, todo hay que decirlo-.

La homofobia de Arturo Fernández se vino abajo en un reciente episodio de La casa de los líos (Antena 3). El actor Javier Manrique daba vida a un artista que parecía echarle los tejos. A pesar de todas las bromas sobre su amaneramiento, el veterano cómico acababa prefiriendo su compañía a cenar las croquetas cocinadas por Florinda Chico. No es mucho, pero ya es un paso.

Sueltos y divertidos son los vecinos de los protagonistas de Todos los hombres sois iguales (Tele 5). Aunque Rubén ha aceptado casarse con la hermana de Yoli para darle un apellido a la niña -e incluso ha tenido relaciones sexuales con su esposa / coartada-, los tres son un reflejo de una homosexualidad con plumas pero sin complejos. Más tosca, casi en clave de caricatura afeminada, es la colección de alocadas de Qué loca peluquería (Antena 3). Es una visión más bien rancia y caduca del asunto.

Las series españolas han aceptado la homosexualidad para integrarla con naturalidad en sus argumentos. Todavía queda en un segundo plano, pero se espera con curiosidad el proyecto de serie avalada por Andrés Pajares que daría vida a un homosexual con tendencia a convertirse en paño de lágrimas. Así, la ficción made in Spain sigue los pasos de la factoría americana, que también aboga por modelos distintos: tipo "llevo años sufriendo en silencio" (en Melrose Place, Tele 5, el homosexual siempre lleva las de perder) o en plan abanderado (Ellen, en La 2, aunque los programadores decidieron hundirla, tal vez por su valiente compromiso con las lesbianas). Poco a poco, la televisión empieza a entender con naturalidad.

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