Kipketer contra Coe

Nadie duda de la victoria del danés Wilson Kipketer en la carrera de 800 metros. Invicto en los dos últimos años, ha igualado hace pocos días el viejo récord mundial de Sebastian Coe (1.41.73) y en cada carrera manifiesta una autoridad casi insultante para sus adversarios. Kipketer corre una prueba. Sus adversarios, otra. Descontada su victoria, quedan por saber sus intenciones. ¿Se atreverá a atacar la plusmarca de Coe o se limitará a firmar la victoria? Si se decide a buscar el récord, será una carrera maravillosa, porque Kipketer dispone de los recursos necesarios para conseguirlo.El cubano Alberto Juantorena fue el último atleta que consiguió batir el récord de 800 metros en una gran competición. Sucedió en los Juegos de Montreal 76 (1.43.50). Cinco años después, el ingles Coe realizó su monumental récord, el más antiguo entre los vigentes. Lo hizo con el keniano Konchellah como liebre. Esa es la diferencia con los Mundiales o los Juegos Olímpicos. Es difícil encontrar a un atleta que lance la carrera en 49 segundos en los primeros 400 metros. Por lo tanto, Kipketer tendrá que hacer de liebre de sí mismo. O sea, una contrarreloj.

Kipketer puede conseguirlo. En marzo, durante los Mundiales de pista cubierta -en una pista de 200 metros y con curvas cerradas- tuvo una actuación inolvidable: 1.43.96 en las series y 1.42.67 en la final. Se quedó a menos de un segundo del récord de Coe en una competición relativamente menor, en un recinto difícil y sin adversarios de categoría.

Procedente de la inagotable cantera de Kenia, Kipketer llegó a Dinamarca en 1990, tras ser detectado por un ojeador danés durante los campeonatos escolares del país africano. Hasta entonces era uno más entre los prometedores juveniles que se forjan en la escuela de Saint Patrick, en el valle del Rift. En Copenhague pasó años discretos. Bajó alguna vez de 1,46, pero nada predecía su consagración. Pero la casualidad fue decisiva en su vida. Tuvo un accidente de bicicleta en el invierno de 1994 y fue trasladado a la enfermería del viejo estadio Osterbro por la mujer del entrenador polaco Slawornir Nowak. "Pensó que yo era el enfermero", recuerda Nowak, un técnico que había emigrado a Copenhague después dirigir las carreras deportivas de excelentes atletas, como Grazina Rabsztyn, ex plusmarquista mundial.

Nowak, que estaba a punto de abandonar Dinamarca, decidió probar a Kipketer. Los resultados fueron instantáneos. Un año después ganó el Mundial y desde entonces nadie ha conseguido acercarse a sus tiempos. El noruego Vejbom Rodahl puede agradecer su triunfo en Atlanta a la normativa que impidió correr a Kipketer en representación de Dinamarca. En Atenas, Kipketer quiere poner las cosas claras. Es el mejor. Es único.