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CAMPEONATOS DEL MUNDO DE ATLETISMO

Cacho y Estévez, a toda máquina

Los dos atletas españoles causaron una gran impresión en la semifinal de 1.500. Viciosa tropezó y se tuvo que retirar. Morceli pareció fuera de su mejor estado

La exhibición del medio fondo español continúa. Fermín Cacho y Reyes Estévez, el veterano y el delfín, se metieron en la final de 1.500 dando una soberana lección de poderío. Aunque el marroquí El Gerrouj ganó la primera semifinal con la autoridad de campeón, el soriano y el malagueño se confirmaron como alternativas de poder, válidas para darle un disgusto e incluso superar al argelino Morceli, que corrió con menos poderío del habitual en los últimos años.Cacho ya sabe lo que es y Estévez está aprobando los exámenes previos con sobresaliente. El que Morceli salga en los resultados de ayer como vencedor de la segunda semifinal es engañoso, una anécdota. El argelino se vio más impotente que nunca durante la carrera para superar lo que sobre la marcha, improvisadamente, se convirtió en una barrera española infranqueable.

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Objetivo: seguir a El Guerrouj

Sólo en los metros finales, cuando Estévez se había llevado a Cacho a la cabeza y ya estaba asegurado el paso a la final entre los cinco mejores puestos, le dejaron a Morceli salvar un honor muy discutible. Mañana tendrá que demostrar mucho más en la final, tanto para controlar a El Gerrouj, como para deshacerse de los dos granos, más bien forúnculos, españoles.

El mismo Morceli empezó marcando el ritmo de la semifinal para no tener problemas, y los dos españoles se colocaron pronto muy cerca, junto al keniano Rotich, que no acaba de confirmar los excelentes registros que obtuvo en julio. Andersen, el otro keniano, pero nacionalizado danés como Kipketer, también iba a estar por la cabeza hasta el final. Reyes, al ver que el ritmo de Morceli no era demasiado exigente (y para no correr más metros por fuera, donde iba colocado para evitar caídas como la de Isaac Viciosa en la primera serie) no dudó mucho en coger el mando. Fue una decisión que reveló inteligencia y carácter.

La imagen de un sub 23 corriendo como un veterano era espléndida. Como ocurrió en la primera ronda, Estévez dirigió el grupo con una seguridad aplastante, como si hubiera estado en estas guerras toda su vida, con la sensación que producen los atletas de gran clase. Es decir, los que aprenden rápido.

Cacho, cuyo estilo de correr no cambiará nunca, pronto se dio cuenta que era un caballo ganador y se fue con él. Primero detrás y luego a su lado. Una pared española en la cima del atletismo mundial. Morceli y Rotich seguían detrás. Al argelino se le veía incómodo, incapaz de asumir una posición clara. No era ni carne ni pescado. Y eso es un mal síntoma para un atleta que siempre se ha caracterizado por sus actuaciones dominantes. Cuando quiso dirigir la prueba, no lo consiguió. Estévez no le dejaba. Cuando se dejó conducir, se metió en problemas, entre el berenjenal de piernas que pugnaban por hacerse un sitio en una carrera táctica y llena de tensión.

El paso por los 1.100 metros a falta de una vuelta era una exhibición de poderío. Pero faltaba el ataque de Morceli y quizá de Rotich. Andersen, más alto, también parecía amenazante. Había cinco puestos para la final y no debería peligrar demasiado la clasificación. Pero la imagen también es importante. Había que pasar mandando. El argelino intentó cambiar de ritmo para adelantar a los españoles al comienzo de la curva del 200, pero Cacho, que iba por fuera, aceleró lo justo para impedírselo.

No era la final, pero sí significativo de que los españoles están muy bien y de que Morceli no es el que era. Al menos, lo pareció en una carrera donde todos los favoritos se mandaron mensajes. Morceli lo volvió a intentar en la última recta, pero sus cambios de ritmo no eran suficientes. El segundo también fracasó y sólo le quedaba salvar el orgullo. Quizá ayer, el gran campeón que ha dominado el medio fondo mundial durante los últimos siete años, antes de la aparición de El Gerrouj, efectuó su canto del cisne.

Fue un esfuerzo personal, quizá importante para su moral a estas alturas en que ya se conforma con poco, pero sólo claro para la estadística. La realidad fue que Cacho y Estévez se dejaron ir y no les importó que se colara el argelino por cuatro centésimas. Los dos españoles en la cumbre de la mágica prueba del 1.500 terminaron la carrera como la habían fabricado: en idéntico tiempo, 3.38.86, una auténtica muralla que será difícil romper mañana. La victoria estará complicada, pero el podio está esperando. Cacho sabe de sobra lo que es; Reyes aún tiene respeto a los reyes de la pista grande, pero su aprendizaje es tan rápido que puede subir al peldaño de los grandes en Atenas y certificar definitivamente su condición de heredero de Fermín Cacho, que vuelve a olfatear la medalla.

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