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El triunfo de la naturalidad

Sinceridad, simpatía y humor son las armas de seducción de los personajes televisivos del momento

Rosa Rivas

Dar bien en pantalla, comunicar con los telespectadores e introducirse felizmente en el salón de su casa no es patrimonio exclusivo de guapos y guapas. Los cuerpos esculturales, sobre todo los femeninos, siguen siendo cotizados a la hora de los programas espectáculo, pero en general la cara del vecino o vecina de al lado, la imagen de la gente corriente, es la que hoy triunfa en la pequeña pantalla Transmitir naturalidad, hacer creíble lo que se dice, ya sea en un informativo o en un concurso, y tener sentido del humor son las claves de los comunica dores, sus mejores armas de seducción. Pero, ¿por qué unos personajes caen simpáticos y otros no?, ¿por qué triunfan los graciosos y los provocadores?"La telegenia es algo incontrolable, como el éxito de cualquier cosa que se ponga ante el público. Nadie sabe la fórmula al cien por cien. Yo creo que el ingrediente básico es la sinceridad en el trabajo. Que uno sea alto o guapo es un valor añadido, y a veces incluso puede ir en contra. Los que funcionan son los buenos profesionales; los guapos sin mas están para los fotos", dice Constantino Romero, presentador en Antena 3 de La parodia nacional y del veraniego Tele risa y una cotizada voz de radio y de doblaje.

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"Los espectadores agradecen la humanidad y que les hagas pasar un buen rato y que no seas un mero busto parlante", afirma Chapis, presentador junto con Belinda Washington de ¡Qué me dices! (Tele 5), y a quien le suelen ratificar por la calle que en pantalla es "un feo resultón". Chapis considera que en televisión se ha democratizado la imagen: "El acceso no es sólo para los elegidos y los rostros ideales. La gente quiere verse reflejada".

"Tanto en cine como en televisión o en la vida real funciona quien tiene mayor capacidad de seducción, y hoy la naturalidad es lo que más: vende. Los espectadores adivinan si estás fingiendo y distinguen lo que es simple pose. Quienes se comen la pantalla son los espontáneos. Es la química de los comunicadores", señala el sociólogo Enrique Gil Calvo.

En cuanto a la fama actual de los provocadores, "la gente acabará saturándose, como pasa con todas las modas. Hay que hacer gracias sin ofender", opina Ramón García, el conocido conductor de programas concurso como Grand prix o Qué apostamos, los dos en TVE. "Yo soy una persona normal y corriente, y así me ven los espectadores. Si te crees lo que haces, la audiencia lo capta a la primera dice Ramón García, quien confiesa encantado que gusta mucho a los telespectadores infantiles.

Otro factor actual de atractivo es la juventud. "Los espectadores mayores aceptan muy bien a los jóvenes, algo que no sucede al revés,", indica José Miguel Contreras, director del Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual. No obstante, cada sector de la audiencia busca su identificación. Si en su momento caían bien Las chicas de oro, los guionistas de Médico de familia han comprobado que ha sido un acierto dar cancha a los tercera edad de la serie, tanto si tienen problemas de próstata como si se enamoran o regañan a los nietos.

"La edad no es importante, hay que ser joven de cerebro", apunta el productor italiano Francesco Boserman, para quien la rece ta del éxito televisivo ha de incluir "espontaneidad, autenticidad y simpatía". "La simpatía conquista mucho", coincide Gil Calvo, y resalta que en esto el acento sureno se lleva la palma. De ahí que abunde tanto en telecomedias y en los programas de entretenimiento y variedades.

Lo que no abunda como antes es la presencia de supermacizas, aunque, como dice Ramón García -habitual acompañante televisivo de una escotada Ana G. Obregón-, "la gente sigue pidiendo cacha y hay programas que mantienen este estereotipo femenino, pero el tiempo lo irá cambiando". "Lo ideal es el concepto de "guapo o guapa sin molestar", que atraiga tanto a hombres como a mujeres", cuenta el responsable de casting Luis San Narciso.

"No creo en los estereotipos: ni en la edad ni en la belleza... Simplemente hay que tener gancho, atractivo. Hay que traspasar la pantalla" dice Rosa María Mateo, con 30 años de experiencia televisiva, primero en Televisión Española y luego en Antena 3. Recuerda que en los espacios informativos hace ya mucho tiempo (a mediados de los setenta) que se relajaron las caras y se perdió el tono engolado, peto no los papeles. Para ella, es básica la credibilidad a la hora de transmitir noticias: "La frivolidad no-me interesa nada en los informativos".

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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