Ullrich cotiza al alza en los Pirineos
Olano no pudo estar entre los mejores- Escartín y Jiménez, convincentes- Jalabert sufre un descalabro
La primera ración de Pirineos produjo una verdadera cascada de acontecimientos, una jornada repleta de idas y venidas, cuyo resultado alimenta todavía más una sospecha: Ullrich es el más fuerte. Trece segundos le apartan temporalmente del maillot amarillo, pero la sensación reinante es la de que este hombre estuvo por encima de todos los demás. Ullrich no se apartó un milímetro de la obediencia debida a su jefe, hecho que le impidió hacer otro tipo de carrera que no fuera una constante, tenaz honesta e inviolable acción defensiva de Riis. Toda la jornada discurrió hipotecada por un asunto interno: cómo debía moverse Ullrich para no pedudicar a Riis, El resto del pelotón hizo un papel casi secundario: los Festina metiendo el dedo en la llaga del Telekom, Olano tratando de sobrevivir sin multiplicar los daños, Escartín en el papel de resistente y Jalabert diciéndole adiós al Tour.Concluida la jornada, la general - es papel mojado, apenas un punto y aparte, puro formalismo. Vasseur no es el líder aunque se empeñara valerosamente en vivir un día más de amarillo. Ullrich no es el ayudante de Riis o no debería serlo si el Telekom no quiere verse en graves complicaciones. Virenque está disponible para intentar romper la carrera protegido por un equipo hiperactivo en la montaña. A partir de ahí, puede pasar cualquier cosa. Sólo dos corredores salieron airosos del primer contacto con los Pirineos: Ullrich y Virenque. Eso es decir mucho a estas alturas, según dicta la experiencia del Tour. O el Tour está definitivamente resuelto y en ese caso apuéstenlo todo a Ullrich, o viviremos fuertes emociones.
Es el caso de Abraham Olano. Es tercero en la general, o el segundo según se mire, pero vivió gran parte de la jornada pidiendo el salvavidas. Todas sus opciones deben ponerse en cuarentena con carácter inmediato. Estamos ante un dilema: Olano puede ser ya el tipo de corredor descartado a las primeras de cambio, o puede ser uno, de esos corredores que actúan en la larga distancia. Puede que esté muerto o puede que se vuelva resistente. Con toda seguridad, salió beneficiado, del debate interno que se planteó en el Telekom, que moderó en varias ocasiones el ritmo de la carrera con el único objetivo de no perder a Riis. Y detrás de Riis se han enganchado casi todos. Olano sabrá si puede restablecerse o si estamos simplemente ante un primer aviso de lo que puede suceder más tarde. Pero habremos de aprender a conocerle en la montaña: no es un corredor de ataque y sabe tener paciencia cuando las cosas van mal. No nos sorprenda verle correr de menos a más. Pero habrá que estudiar su comportamiento. Hoy, sin ir mas lejos, con nada menos que 260 kilómetros por delante.
La carrera se estructuró en tres episodios: el Tourmalet, un confuso intermedio y Val Louron. El Tourmalet sirvió, para el reparto de papeles. En la cabeza podía advertise la presencia de tres colectivos: Telekom, Festina y Banesto. Eran quienes llevaban la representación de sus jefes. Pronto se advirtió que los estilos eran diferentes: el Telekom viaja sostenido, amparado en sus muchos caballos de potencia (Totsclinig, Bolts, Ullrich y Riis) y el Festina hace las veces de un deportivo de clase media. -El Banesto puso la guarnición (Jiménez, Beltrán, Blanco, Olano), pero no pudo maniobrar: a Olano se le atragantó el Tourmalet y perdió durante el ascenso la conexión con los notables. -
Guiados por la imperturbable marcha de Ullrich, los especialistas empezaban a sacar conclusiones. Estaba Riis, de acuerdo, pero Ullrich contagiaba comodidad. Su pedalada era reconfortante, de pura solidez. Nadie le vió un gesto en cinco horas y medía de etapa. Otro hombre con máscara. Ullrich hizo una primera selección natural y por la pendiente se desparramaron desde jalabert hasta Olano, pasando por Leblanc. En la cumbre la diferencia entre el grupo principal y Olano era ligeramente superior a los dos minutos.
Pero después del Tourmalet se produjo un largo intervalo donde reinó la confusión. A pelar de las diferencias en la cumbre, Olano conectó rápidamente. Jalabert lo' hizo después. El pelotón se paró descaradamente como si el Telekom estuviera dispuesto a inclinarse por la guerra de nervios: no intentar machacar a sus rivales al primer golpe, mejor madurarlos para que el daño sea mayor. En ésas, el Festina movió sus piezas sin orden ni concierto, luchando por colocar gente en escapadas, por puntuar en los puertos, por ayudar a Virenque. Visto lo que sucedió después pareció claro que el Telekom no podía ir más allá si no quería perder a Riis. Ullrich tenía las manos atadas.
Ese guión se mantuvo, en el último puerto. Ullrich poniendo un ritmo que convenciera a su jefe, Virenque tratando de entrometerse y un grupo de secundarios entre los que estaban Escartín y Jiménez. Olano no tenía conversación y tuvo la inteligencia de apartarse discretamente. A fuerza de insistir, Virenque logró despejar el terreno: Riis se quedaba mientras Ullrich no debía hacer otra cosa que fijarse a la rueda del corredor francés. Mantuvo la disciplina hasta las últimas consecuencias.
Ullrich demanda que le releven del cargo. Es el líder fáctico de este Tour, pero no le conocemos del todo bien: no sabemos cómo actuaría sin estar sometido a determinadas obligaciones. Hoy no puede actuar como ayer si no quiere correr el riesgo de perder el control de la carrera. Sigue habiendo mucha confusión porque todos menos Ullrich y Virenque tienen mucho que callar. Olano, por ejemplo: es tercero, que es como decir segundo. Está ahí, pero al mismo tiempo no ha estado: ha despertado más vibraciones negativas que positivas. Pero es parte de su estilo. Olano debe buscar la carrera larga. De lo contrario, habrá que fijarse en Escartín.
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