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Reportaje:

"Empecé para divertirme y lo he conseguido"

Jordi Villacampa (Reus, 1963) deja el baloncesto con un par de años de anticipación a causa de una lesión. Deja atrás 17 temporadas de fidelidad al Joventut, con (31 que ha obtenido una Euroliga, dos Ligas, dos Copas Korac y una Copa del Rey, y 158 apariciones en la selección española, con la que fue medalla de bronce en el Europeo de 1991.

Robert Álvarez

Villacampa, cuya camiseta con el número 8 será retirada probablemente para ser colgada del techo del Pabellón Olímpico de Badalona y que será homenajeado en Navidad, relata a continuación siete hitos de su carrera.

Sus inicios

Ahora todo ha cambiado, pero me inicié en el baloncesto para divertirme y lo he logrado. Empecé en los Salesianos de Badalona. Luego pasé al Joventut y parecía que las cosas iban más en serio. Estuvieron a punto de descartarme cuando tenía 14 años. Para mí no fue ningún trauma. Seguía tomándomelo como un divertimiento y hubiera regresado a los Salesianos. Pero hubo una baja y ocupé la última plaza. Mi padre me dijo que con el baloncesto no me iba a ganar la vida. Me presionaba porque no iba bien con los estudios. Creo que tenía razón. He tenido suerte, pero he visto a muchos a quienes no les ha sucedido lo mismo. Mis padres siempre me apoyaron y me dejaron hacer.

La novatada

Debuté con 16 años en la máxima categoría. Un día, Manel Comas me subió a las oficinas del club y me dijo: "Quiero que seas base y si te digo que te pongas una pamela y te vayas a la Rambla, lo hagas". Entonces ya pensé que aquello iba en serio. Yo Jugaba ya de alero. Creo que Manel quería innovar y lograr un base con mayor altura de la que se estilaba por entonces. Yo era casi un crío y ya iba con tipos de 25 o 26 años. Por supuesto que pagué la novatada.

Los Angeles 84.

Fue un golpe muy duro. Había jugado el preolímpico. Yo pensaba que iba a ir a Los Ángeles a pesar de que era muy joven y de que había una selección impresionante. Es cierto que entre aquellos monstruos me ponía tan nervioso que fallaba más de la cuenta hasta en los tiros libres. Un día me llamó Díaz Miguel. Pensé que me iba a dar ánimos o un toque de atención. Pero lo que hizo fue descartarme en el último momento para llamar a Beirán, que estaba de vacaciones en el Himalaya y que por supuesto no tenía ninguna culpa. El recuerdo es amargo porque se obtuvo una medalla de plata en los Juegos, algo que difícilmente se volverá a repetir. Pero no me arrugué, luché mucho y volví a la selección.

Margali, Epi y Magic

Coincidí muchos años con Matraco Margall. Marcó una época en el Joventut, me enseñó muchas cosas y me ayudó a integrarme en el primer equipo en un momento en el que había muchos problemas internos en la directiva. Epi es el jugador más carismático del baloncesto español y con el que he tenido unos piques de rivalidad muy sana. Siempre se nos ha comparado, pero somos muy diferentes. Tal vez él supiera estar al 110% en los momentos importantes y tenía una buena finta, una buena frenada y un buen tiro, mientras que yo poseía mejores fundamentos, defendía mejor y entraba mejor a canasta. De no haber estado él, hubiera dispuesto de más minutos en la selección. Pero en general, era más difícil ser importante en la selección porque había un superequipo. Magic Johnson es, junto a Michael Jordan, uno de los jugadores a los que más he admirado. He tenido la suerte de poder jugar contra él tres o cuatro veces y haber estado a punto de ganarle en París en la mejor época de Los Angeles Lakers.

Los títulos

Si tuviera que elegir, me quedarla con la primera Liga. Habíamos estado cuatro años con un equipo muy joven y todos decían que éramos un equipo perdedor; eso me dolió mucho. Desde luego, el título más importante fue el de la Euroliga, un año después de que Djordjevic nos privara de él en el último segundo.

La retirada

He sufrido muchas lesiones. Lo he pasado mal para recuperarme y sobre todo cuando veía que no conseguía rendir al nivel que se me exigía. Hablé con el presidente y con el entrenador. Julbe me dijo que era mejor que me retirase. Planeamos que lo dejara en el tercer partido del play-off en Badalona ante el Madrid. Pero una nueva lesión me impidió siquiera vestirme de corto. Eso sí me supomal. Mis compañeros no sabían nada porque lo llevaba todo en secreto.

El futuro

Tengo muchas cosas a las cuales dedicarme. Continuaré siendo delegado de Kelme y con la dirección del restaurante Ton¡ Romas, que comparto con Stoichkov, Rafa Jofresa y Galilea. También continuaré trabajando con el Joventut, aunque no sé en qué parcela. No es por darme importancia, pero entiendo bastante de baloncesto, aunque no seré entrenador porque para ello hay que tener vocación, paciencia y saber llevar un grupo. Los jugadores se lo ponemos muy difícil a los entrenadores, aunque también sucede a la inversa.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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