Cárdenas cierra la campaña a la alcaldía de México con un discurso conciliador ante su posible victoria
El Zócalo de México se convirtió este fin de semana en un pacífico y colorido campo de batalla. Decenas de miles de personas festejaron en la plaza colonial los cierres de campaña de los tres principales aspirantes a la alcaldía de la capital mexicana, que medirán sus fuerzas en las elecciones del próximo domingo. El de Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) y favorito en las encuestas, fue un mitin de victoria, marcado por el tono conciliador de su discurso. La cuenta atrás ha comenzado.
Es la primera vez que el Distrito Federal mexicano, (le ocho millones y medio de habitantes, elige a su jefe de Gobierno, el regente. La votación coincidirá con las eleciones legislativas a nivel nacional. La jornada trae sabor a transición: según los pronósticos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobierna México desde 1929, perderá la capital y, posiblemente, la mayoría absoluta en el Congreso. Quizás por eso las tres principales formaciones -PRI, PRD y e Partido de Acción Nacional (PAN)- llenaron el Zócalo.Desde los pies del edificio de la Regencia, y ante un mar de banderas amarillas, Cuauhtémoc Cárdenas lanzó un discurso de cierre que fue más bien un programa de toma de posesión. Frente: a tono retador empleado en 1988 y 1994, cuando aspiró a la presidencia de la República, el hijo del ex presidente Lázaro Cárdenas lanzó un mensaje, conciliador por los cuatro costados. Anunció respeto y colaboración con el presidente Ernesto Zedillo, prometió gobernar "sin partidismos" y se abrió al diálogo con la iniciativa privada, que le ha acusado reiteradas veces de "populista irresponsable".
Combatir el voto del miedo
Cárdenas mantuvo la línea moderada que ha seguido en su campaña, en la que ha estrenado una sonrisa desconocida hasta ahora. Ha querido combatir así el "voto del miedo" a favor del PRI, que acusa al PRD de ser un partido sectario y violento. Esta vez, en la plaza del Zócalo no había rastro de los grupos pro zapatistas que se vieron en 1994. Estaba, eso sí, la senadora Irma Serrano, alias La Tigresa, una vieja cantante cuyas declaraciones prohitlerianas han causado al partido algún que otro quebradero de cabeza.Nada comparable, Por supuesto, con los trances que ha salvado el candidato, corno las acusaciones de abuso de poder y tráfico de influencias cuando fue gobernador de Michoacán por el PRI a principios de los ochenta, o las críticas por haber dejado fuera de su declaración de bienes una serie de propiedades que se han ido conociendo después. El patinazo no ha tenido, asombrosamente, efectos en su campaña. ¿Por qué? Desde 1987, Cárdenas encarna la beligerancia contra el sistema priísta en general y, en particular, contra el ex presidente Carlos Salinas, al que acusó de haberle robado la elección en 1988. Y esto ha rendido sus frutos ahora que el PRI se desmorona que la figura de Salinas se ha hundido con los escándalos de su familia y que la población capea una grave crisis económica. Como reconoce el PRD, las acusaciones e incluso la guerra sucia contra Cárdenas se han vuelto a su favor.
Todo lo contrario ha sucedido con Carlos Castillo. Reconocido intelectual, con amplia experiencia política, Castillo no ha logrado romper la imagen que los contrincantes han dado del PAN como partido católico y moralista. Sincero y directo (demasiado para ganar unas elecciones, según algunos analistas), el candidato panista, que ha tenido además varios encontronazos con la prensa mexicana, no ha sabido conectar "con las masas" y ha ido perdiendo puntos recogidos por Cárdenas, que además se ha negado a mantener un debate público con él para no perder ventaja. De poco le ha servido al. PAN tener un programa político muy elaborado.
En el fondo quizás los programas sean lo de menos. El voto capitalino está más condicionado por el hartazgo del pasado que por las promesas del futuro. Esto, naturalmente, ha perjudicado a Alfredo del Mazo, el candidato del PRI. El domingo, en un Zócalo repleto, las campanas de la Catedral tañeron a las doce, justo cuando el candidato priísta empezaba a hablar. "Suenan por la victoria de nuestro partido", dijo Del Mazo. Otros lo interpretaron más bien como el toque de muerto.
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