_
_
_
_
34º CONGRESO DEL PSOE

Caído bajo fuego amigo

Alfonso Guerra abandona la ejecutiva, tras 23 años, sin reconocimiento alguno

Es que no le dieron ni un reloj. En cualquier otro sitio, y tras tantos años, le habrían entregado, por lo menos, un omega de oro con inscripción grabada: De tus compañeros. Y la fecha de entrada y la de salida. Pero a él este congreso no le ha dado nada.A los que caen bajo fuego amigo se les entierra con todos los honores y se manda un telegrama a la familia comunicando una muerte tan heroica como si se hubiera producido defendiendo a pecho descubierto la última colina con un palillo por toda arma. Pero a Alfonso Guerra, ayer, ni un telegrama. Ni una bandera. Ni un sepelio honroso. Se le despachó como al soldado desconocido. Sin el reconocimiento de la más mínima herida de guerra ni del más humilde galón. Cuatro frases de Joaquín Almunia y adiós a 23 años de causa.

Más información
El PP saca dos puntos al PSOE, segun "La Vanguardia"

La política es la madrastra de Blancanieves. Almunia, ayer, en su discurso, vuelto hacia Guerra, le alababa "su finura, su sensibilidad y su elegancia". Sin un pestañeo. Y en el rostro de Guerra -¿cómo describirlo?- asomaba la sensación de haber recibido "encima de la cruz, las banderillas". Todos miraban -"¡fijate, fijate!"- su cara descompuesta. Y Guerra, la verdad, no miraba a nadie. Escuchaba.

Luego, más tarde, Alfonso se reunió con sus fieles -Txiki Benegas, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, José Luis Corcuera, Matilde Fernández, Francisco Fernández Marugán...- en un restaurante y, como hicieran los judíos al abandonar Egipto, compartieron el pan ácimo y las hierbas amargas del exilio.

Ya ves tú. Con González, todo tan distinto. A él se le dará una fundación y a Guerra posiblemente, dicen, se le ofrecerá otra. Es todo tan distinto... González, por la mañana, cuando los periodistas estaban confinados en la zona de prensa, se apareció en carne mortal en lo alto de las escaleras que daban acceso a la sala. Aureolado por los focos y los flashes, pulido, sonriente, pletórico, ganador. "¡Baja! ¡Baja!". "No, si sólo quería saludaros".

"¡Baja! ¡Baja!". ,Que no, que no puedo". No bajó. No había manera entre tanta cámara, tanto magnetófono, tanto periodista dispuesto a recibir sus palabras Habló desde arriba, casi desde e mismo sitio desde donde el día anterior Guerra había mostrado la carta-reliquia, y dijo que él s pone, al servicio de la ejecutiva sin estorbar. A lo que digan.

A esas horas, el congreso de la renovación, cumplidos sus últimos objetivos, ya languidecía Veintitantos años resueltos en 48 horas. La cuadratura del círculo Renovación generacional en la misma generación. Renovación de nombres con las mismas personas. Cuando ya las listas de la ejecutiva y el Comité Federa circulaban de mano en mano, algún guerrista recomendaba a Julio Anguita esté sistema para resolver sus crisis: "Que aprenda cómo se puede hacer una purga con el beneplácito de los propios y el aplauso de los extraños". ¡Oído, barra! Pero eran maldades. Como estaba todo perdido, se tiraba con bala y al ojeo, a la primera pieza que se cruzara. Maldades. Porque allí todo era alegría, abrazos, felicitaciones.

Suresnes se ha nombrado mucho. Suresnes ha estado en la boca de muchos en estos tres días. Y de Suresnes andaban por allí Manolo Garnacho, Paulino Barrabés... Pero de los que resistían en la ejecutiva ya no queda nadie: Felipe, Alfonso, Txiki. Los últimos de Suresnes causaron ayer baja de muy distinta forma. Pero es que siempre hay puertas falsas y puertas principales.

¿Será verdad que nada se ha roto en este congreso? Nunca se sabe por dónde aparecerá el destrozo. Pero lo cierto es que ayer, Luis Yáñez, su presidente, lo tenía muy claro. Y se lo preguntó a los delegados, refiriéndose, claro, a su fama de gafe: "¿No les sorprende que el congreso haya acabado como ha acabado presidiéndolo quien lo ha presidido?". Logró que todos soltaran el trapo en una carcajada universal. Pero depende. A lo, peor todavía es pronto para saber cómo ha acabado esto. Además, ¿alguien puede jurar que esto ha terminado?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_