Los guerristas, excluidos de la toma de decisiones, reclaman generosidad
La renuncia de Felipe González a la secretaría general del PSOE en la jornada inaugural del 34º congreso del partido ha dejado a los guerristas rotos y desarmados. Los que antaño controlaban minuto a minuto los entresijos de los cónclaves socialistas eran conscientes de que en esta nueva situación sólo podían aspirar, como mucho, a influir, pero no a presionar en la composición de la futura ejecutiva federal. Los dirigentes afectos al todavía vicesecretarío general, Alfonso Guerra, abandonaron ayer el tono de exigencia de otras ocasiones y sólo pedían generosidad.
Los guerristas llegaron a este congreso en minoría numérica, después de las elecciones de delegados celebradas en las agrupaciones provinciales. Ellos mismos estimaban su fuerza en un 30% de los 960 compromisarios, porcentaje que los felipistas reducían a un 25%.Sin embargo, el órdago lanzado por Felipe González les rompió en pedacitos la estrategia de resistencia que traían preparada en contra de la supresión de la visecretaría general. Al final, la renuncia de González va a suponer también la salida de Guerra en contra del deseo de los suyos.
"El guerrismo ha llegado al congreso desangrado", afirmaba un dirigente, quien reconocía el poco apoyo territorial.Sólo Extremadura, Asturias,Cantabria y Galicia (y ésta última no mostró ninguna beligerancia) se pronunciaban de una u otra forma por el guerrismo, mientras que en las 14 federaciones socialistas restantes su representación era minoritaria.
Los secretarios generales de esas tres federaciones eran las únicas fuentes de información que nutrían la curiosidad de los delegados guerristas presentes en el congreso, en cuya sesión de la mañana no estuvo Alfonso Guerra.
Posiciones de fuerza
Lejos de las posiciones de fuerza de otros cónclaves, de las declaraciones imperativas y de las puestas de escena calculadas, los guerristas, bastante desconcertados, se cuidaron mucho de mostrar una oposición dura respecto a los nombres que iban circulando para ocupar la secretaría general del PSOE o para otros puestos de la ejecutiva.Sólo reclamaban generosidad y sentido común, y eran plenamente conscientes de que estaban completamente al margen de lo que los secretarios territoriales cocían dos plantas más arriba del salón de plenos del congreso.
"No queremos tanto influir como que de este congreso debería salir rota la dicotomía con la que se entró", afirmó el malagueño Carlos Sanjuán, ex se cretario general del PSOE de Andalucía.
Sanjuán, al igual que el resto de los guerristas, apostó por el gallego Francisco Vázquéz, alcalde de A Coruña, como sustituto de Felipe González, candidatura que postularon más como un deseo que como una reclamación.La gran mayoría de los representantes guerristas consultados por este periódico calificaba de "injusto" el papel de verdugo que los renovadores atribuyeron a Guerra por la renuncia de González y subrayaba que más bien lo que había pasado era todo lo contrario: "Nunca se ha creído, pero el malo no era Alfonso sino Felipe".
Algunos recordaban, que Guerra ni siquiera había tenido la oportunidad de despedirse en el congreso. En la primera jornada, con la bomba que soltó Felipe González anunciando su dimisión, no hubo ninguna ocasión. Y tampoco en la segunda,en el debate en pleno de las enmiendas de las distintas ponencias, tuvo margen para hacerlo.
Los guerristas no querían hacer cábalas sobre el futuro de su grupo y de su líder. Todo eran interrogantes. "Los dos referentes importantes del partido dejan de estar en la dirección. Eso no significa que se tenga que prescindir de ellos", comentó Sanjuán.
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