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CICLISMO

La desgracia hunde a Olano

Una caída y varios problemas mecánicos acaban con las posibilidades del vasco en la Dauphiné Libéré

Carlos Arribas

Bernard Hinault también se cayó descendiendo el Porte, el primero de la trilogía de la Chartreuse, el macizo alpino de la Alta Saboya. Fue en la Dauphiné Libéré de 1977. El francés se levantó y acabó ganando aquella etapa contrarreloj.Abraham Olano se cayó ayer en una curva de brea pringosa y también se levantó, dolorido y sangrante, pero no pudo ganar la etapa. Después se le rompió el radio de una rueda. Cambió de bicicleta -volvió a coger la de la caída- y continuó la caza. Pero otro problema le perturbó: la zapatilla no le entraba en la cala del pedal automático. Desde el coche le cambiaron la zapatilla, pero cuando reanudó la marcha ya era demasiado tarde: Udo Bolts se le había escapado definitivamente. Con él, la victoria en la Dauphiné Libéré. Por sólo 13 segundos.

El alemán Udo Bolts, fiel gregario de Riis en el Telekom, es un hueso imposible para el ciclismo español. Siempre corre con un aire de estar cercano a la sobredosis de esfuerzo, pero nunca para. Lo comprobó Ramontxu González Arrieta cuando le privó de un triunfo de etapa en el Giro del 92; también Pedro Delgado chocó con él; el año pasado se llevó la Clásica de San Sebastián y hace apenas dos semanas la etapa reina de la Bicicleta Vasca ante Olano. Y ayer, la Dauphiné. ¿Qué no hará en el Tour a las órdenes de Riis y Ullrich?

En el Porte, Bolts creyó que Olano pasaba por un mal momento -"no le vi la cara de los días buenos", dijo el alemán y atacó. Como la víspera, en el Izoard, Olano -el rey de a sangre fría y de la máxima economía de esfuerzo- le dejó marchar convencido de que en el descenso le cogería. Bolts coronó con 12 segundos de ventaja. Y Olano ya estaba a su rueda en el descenso cuando en una curva frenó más de la cuenta, la rueda se clavó en la brea casi líquida y el ciclista voló por los aires para aterrizar en un barranco. Los que iban a su rueda también se fueron al suelo.

Virenque cerró los ojos porque pensó que se iba contra un árbol. Peña, que iba tranquilo, comiendo, y Goubert no se pudieron levantar. Fueron trasladados al hospital de Grenoble. El granadino se rompió la cabeza del fémur.

Olano continuó solo. 50 segundos perdía en la cima del Cucheron; 27 en el valle. Y se le rompió el radio. Luego llegaron la cala y la zapatilla. 1.52 en la cumbre del Granier. Su último esfuerzo no fue suficiente. 1.22 en la meta. Por 13 segundos perdía la carrera.

"La distancia entre la gloria y la miseria es tan corta como la anchura de un tubular", dice Eusebio Unzue. El día anterior festejaba el Banesto su exhibición en el Izoard. Ayer, sus directores pasaban la tarde en un hospital. "Ahora nos toca recuperarnos anímicamente. Como yo digo, contra el pesimismo de la realidad, tenemos el optimismo de la razón. Nada de esto pone en duda que estamos en el mejor camino para el Tour".

Las caídas de Leblanc y Tonkov también marcaron el desarrollo del Giro. Las causas no son sólo la mala suerte. Los técnicos ya lanzaron la voz de alarma en la carrera rosa. "Cada vez se arriesga más", decían. "Se hinchan al máximo los neumáticos y se estrechan los tubulares". Todo por ganar hasta última décima de segundo. "No ha sido el caso de Abraham Olano", confirma Unzue. "Pero se hacen burradas tremendas".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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