"Es un error pensar que el PCE debe tutelar a Izquierda Unida"
Este conductor de Metro, viejo afiliado de CC OO, militante comunista desde los 18 años, tiene su corazón dividido entre Izquierda Unida, de la que es coordinador madrileño, y el PCE, del que es secretario general. Casado y con dos hijos, Ángel Pérez, de 43 años, es uno más de los que intentan sobrevivir entre el dogmatismo feroz de la dirección de IU y las ansias aperturistas de los renovadores. Un difícil equilibrio que le sitúa en muchas ocasiones en medio de la pelea, y de los golpes . Está convencido de que hay gente del PCE, que cree que el partido debe tutelar a IU.
Pregunta. En Galicia, Esquerda Unida-Esquerda Galega ha llegado a un acuerdo electoral con el PSOE. En Madrid, ¿se han planteado algo así?
Respuesta. En Madrid no nos planteamos algo así. Aquí vamos hacia una política de acuerdos en temas puntuales. Y cada uno concurre a las elecciones con sus propias listas. En el caso concreto de Madrid, la coalición electoral entre IU y el PSOE perjudicaría a todos. Excepto al PP, claro.
P. Pero ¿por qué?
R. Porque el partido socialista ha estado 13 años en el Gobierno y la Comunidad de Madrid es muy sensible a la política nacional. Ir juntos en la misma lista crearía un efecto negativo en sectores del PSOE que son reacios a la política de IU. Y crearía, también, efectos negativos en sectores de IU poco tendentes a la política del PSOE. Perderíamos apoyo electoral por las dos partes.
P. ¿No hay posibilidad de acuerdo alguno con los socialistas?
R. Si se pudiera llegar a un acuerdo programático postelectoral... Tenemos proyectos distintos, pero sí se puede intentar un acuerdo programático común para aplicarlo en Madrid tras las elecciones. Nosotros estaríamos dispuestos a ello.
P. A usted le han calificado como transversal, como alguien que está entre el radicalismo y la renovación.
R. Bueno, es que lo de transversal más que una cuestión orgánica es una cuestión política. En una formación en la que lo fundamental es el acuerdo programático, lo que hemos defendido en Madrid es que el acuerdo se dé en torno a cada problema concreto. Y no hay por qué cristalizar las opiniones de forma permanente. Hoy podemos coincidir en algunos aspectos y, mañana en otros. Lo que dijimos es que esos acuerdos o desacuerdos no pueden constituirse en.crisis permanentes.
P. Usted compagina la máxima dirección de IU en Madrid con la máxima dirección en el PCE. ¿No cree que eso, que se da en otras federaciones, lleva a que haya un peso excesivo del PCE en IU?
R. La experiencia de Madrid no es ésa. El PCE de Madrid hace sus reuniones, sus reflexiones... Pero ni prepara los guiones de IU ni hace los resúmenes ni diseña los planes de trabajo. Y, a nivel federal, yo creo que, efectivamente, hay tendencias. Es un error pensar que el PCE tiene que tutelar a IU y hay camaradas que lo creen así. Sin embargo, yo he seguido con interés los discursos de Julio Anguita y no le he oído decir eso. Pero es indudable que hay una cultura que tiene mucho que ver con el PCE. La propia Nueva Izquierda también tiene ahí su origen. Pero yo creo que, poco a poco, empieza a imponerse la propia cultura de IU.
P. ¿Cuál es su postura en el acuerdo sobre la reforma laboral?
R. En el modelo que nosotros defendemos de relaciones con los sindicatos, una fuerza política no está abocada al sí o al no. Hay que analizar su complejidad y dar una respuesta que, en consecuencia, debe ser compleja. El acuerdo sobre la reforma laboral se da en el marco de un avance importante de la derecha, que ejerce su capacidad de chantaje sobre los propios sindicatos, y se plantea en un momento de debilidad de la izquierda, con un PSOE que ha machacado a los sindicatos durante trece años, una IU que no termina de ser ese referente político de los trabajadores y un bloque conservador de la derecha que es capaz de unirse por encima de sus diferencias tradicionales. Bueno, pues en ese marco se produce un acuerdo que, en nuestra opinión, tiene aspectos positivos y negativos. Y eso no nos lleva al sí o al no. Por coherencia, nos lleva a corresponsabilizarnos con la decisión federal. Pero, sobre todo, nos lleva a plantearnos que lo que hay que hacer es crear una situación política que permita a los sindicatos negociar sin presiones ni debilidades.
P. ¿Cómo lleva Madrid y la Comunidad el Gobierno popular?
R. Tenemos un presidente que lleva su imagen muy bien. Pero los problemas siguen ahí y el discurso centrista con el que llegó a la presidencia de la Comunidad se ha ido deshaciendo. Las políticas sociales están marcadas por la privatización y ha fracasado en sus objetivos, como el de los 200.000 puestos de trabajo a crear. Todas sus promesas se han venido abajo. Es una política de derechas, conservadora. El señor Ruiz-Gallardón juega muchas veces a centro, pero no es verdad.
P. ¿Qué ha aprendido usted en estos años de Gobierno de la derecha?
R. Lo que he aprendido es que la política de derechas no tiene límites. Así que, cuando hemos dicho que los Gobiernos socialistas -y no tanto por el de Leguina- hacían una política de derechas o insuficiente, creo que estábamos en lo cierto. Pero, desde luego, el PSOE no era el límite de una política de derechas. Se puede ir más allá y el PP va más allá. Lo que pasa es que esa reflexión da para mucho.
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