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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sorpresa

Que a algunos organismos les viene grande el nombre es algo que en este país no nos pilla por sorpresa. Que algunas organizaciones consideradas como altruistas sólo se comportan como tales en acciones que puedan darles prestigio o publicidad, se ha convertido en algo usual. No obstante, quizá por mi edad o mi educación, cuando topo con ¿colaboraciones? como la que obtuve el pasado 21 de mayo de la organización supuestamente protectora de animales, mi indignación me lleva a intentar que dichos actos vean la luz pública y no queden en el olvido. Cuando la tarde indicada encontramos un gato abandonado (no callejero, puesto que disponía de collar, aunque sin identificación) en un lamentable estado debido a una pelea con un perro, raudos corrimos a ponernos en contacto telefónico con dicha sociedad.La persona que nos malatendió no se comportó precisamente como amante de los animales, como deberían ser personas que mantienen la imagen de dicha entidad ante el público, comunicándonos que no podían ir a recoger al animal (debo suponer que el personal encargado debía estar salvando un yac: en Mongolia o labores parecidas, más importantes que un mísero minino), que en caso de que fueran nos cobrarían 3.000 pesetas (supongo que esta gente vive de proteger a los animales, y no quiero pensar cuánto hubieran cobrado de tratarse de un hipopótamo), y acto seguido alguna labor urgente (llámese crucigrama o partida de mus) requirió sus servicios, colgando el teléfono sin ningún tipo de despedida, y sin ni siquiera decirnos dónde podíamos dirigirnos con el felino.

En el servicio de recogida de animales del Ayuntamiento de Madrid no obtuvimos respuesta, porque durante cuarenta y cinco minutos estuvo comunicando sin parar (exceso de trabajo, supongo). Finalmente recurrimos a dos veterinarios particulares, que nos aconsejaron sacrificar al animal, cosa que la naturaleza hizo innecesaria. Así que si algún lector de esta carta perdió un gatito con una correa en la zona de Vista Alegre de Madrid capital, debo darle mi más sincero pésame por la pérdida de su amigo.-

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