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PREPARATIVOS PARA EL 'DERBY'

La utopía razonable

El técnico alemán siempre busca en los equipos que entrena equilibrio entre orden e imaginación

Juup Heynckes cultiva como entrenador la utopía razonable: el orden y la imaginación son sus elementos de trabajo. Orden en el entorno e imaginación en el terreno de juego para construir equipos que disfruten jugando al fútbol y alcancen los objetivos previstos. Desde que dejó el Bayern Múnich y aterrizó en España su ambición ha sido tener un equipo grande que coincida con su espíritu ganador.Bilbao fue la estación de origen para un viaje a Madrid o Barcelona que el técnico alemán nunca ha ocultado. El Athletic era un perfecto banco de pruebas para experiMentar su utopía. Le esperaba ni mas ni menos que la revolución en un club que vivía más de su pasado que de su presente y se resistía a los cambios sobre el terreno de juego. Heynckes llevó la revolución a buen puerto con una clasificación europea.

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Para ello dispuso de la osadía en todo su esplendor. Primero marco distancias. Fiel a su disciplina germánica estableció un manual de conducta que se basaba en el orden, el respeto y los detalles mas minuciosos. Nada de Jupp (diminutivo de Joseph) sino trato de usted. "Lo de Jupp vendrá después si llega el caso", dijo.

Su trato resulta tan cordial como distante, fruto de una jerarquía que guía el funcionamiento deportivo de sus equipos. A partir de entonces, los futbolistas se acostumbrarán a oírle repetir que nada le inquieta a quien ha sido campeón del mundo y deberán interiorizar las derrotas como fracasos futbolísticos propios sin mirar al banquillo.

Su catón deportivo tiene una máxima infalible. "Si seis de tus jugadores son mejores que seis de los rivales, la victoria está casi asegurada", asegura Heynckes cuando explica que en su equipo juegan siempre los jugadores mejor dotados en todas las artes del fútbol. Por eso gusta de los jóvenes talentos y de los mediocampistas creativos.

Todo para proteger el fútbol y a los delanteros sometidos al estrés de la soledad. "Yo he sido delantero y no quiero que nadie sufra la soledad que a veces se siente en el área contraria".

En Bilbao Heynckes se dio a conocer, aprendió el idioma y estudió el campeonato español, tres condiciones indispensables para acceder a un equipo grande con garantías de éxito. En Tenerife libró peleas varias, aunque nada sea comparable al entorno que rodea a los equipos obligados a cotas máximas de éxito. Pero en ambos casos ha obtenido los objetivos más razonables, aunque en la isla haya acariciado una final europea que se le escapó de forma angustiosa ante el Schalke 04. El equipo alemán terminaría siendo sorprendente campeón.

Tanto en el Athletic de Bilbao como en el Tenerife ha puesto en práctica su utopía razonable. Amigo y admirador de Cruyff (que le recomendó ilustrarse en Bilbao) practica un 4-4-2 inalterable que permita al equipo desplegar la imaginación y las habilidades personales. Un equipo que imponga, al menos, la mitad más uno de calidad a su oponente para empezar a ganar el partido.

Heynckes está a punto de consumar el objeto de su viaje a España. En Bilbao y Tenerife ha librado duras batallas en espera de su guerra final. A los 51 años y con el esplendor de su historial personal labrado en el Borussia en el Bayern Múnich y en la selección alemana, aspira al reto final que legitime su trayectoria española. En Madrid, los futbolistas no extrañarán con Heynckes la disciplina de Fabio Capello pero a cambio disfrutarán de un mayor campo libre para desarrollar la imaginación. Vivirán la utopía razonable, es decir profesarán la fe de Heynckes.

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