Un respeto
Nadie con dos dedos de frente levantaría una urbanización en un paraje conocido por Atapuerca: Residencial Atapuerca, imagínense. Lo mismo que llamar a una funeraria El Vestíbulo del Tártaro, en lugar de El Descanso Feliz. Sin embargo, aunque sabemos que venimos de ahí, de Atapuerca, y que vamos al infierno, no renunciamos a elevarnos sobre nuestros límites. Cerca de Madrid, por ejemplo, hay una colonia de viviendas unifamiliares llamada Rosa Luxemburgo: no quiere decir que cada una de las personas que viva en ella sea representante del socialismo internacional, sino que esa causa, por vaga que sea, resulta una aspiración moral que suscribe cualquiera, como la de sustituir el canibalismo por otros modos de alimentación menos incestuosos.¿Pero quién se apuntaría, en cambio, a una cooperativa de viviendas que se llamara La Pinza Griega? Muchos no sabemos lo que es el griego, que aparece tanto en los anuncios por palabras, aunque tampoco hay que tener muchas luces para deducir que se trata de una práctica sexual perversa. Con pinza es mucho peor, desde luego, porque supone la inclusión de un artilugio de acero que envuelve a la indecencia en una atmósfera de sufrimiento. Por lo demás, suponemos que consiste en que el PP e IU se hagan cochinadas mutuamente tumbados sobre el cuerpo electoral de ambos. No se nos ocurriría criticar que sus dirigentes, siempre a título personal, y sin que salga en los periódicos, tengan encuentros íntimos. Pero que apunten bien cuando se vayan a destrozar los genitales con la pinza, por que quienes los tienen hechos polvo de momento son sus votantes. Ya sabemos que venimos del barro y que vamos al polvo, pero nos gusta hacernos la ilusión de que en el ínterin somos capaces de elevamos sobre nuestra estatura, o al menos sobre la de Anguita.
Un respeto.
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