Cita con las urnas en Argelia
Mañana se van a celebrar en Argelia las primeras elecciones legislativas tras el golpe de Estado que en enero de 1992 puso fin al proceso electoral pluripartidista entonces en curso. Dado que la confusión y las amalgamas suelen caracterizar, y a veces no de manera inocente, la visión que se tiene del actual proceso político argelino, puede ser de utilidad comentar ciertas claves que permitan comprender mejor la función y el valor de los inminentes comicios legislativos.Función sustancial de dichos comicios es enmascarar la falta de voluntad para encontrar soluciones políticas reales al conflicto civil que asuela Argelia desde 1992, dando una apariencia democrática, sobre todo ante los vecinos occidentales, a lo que en realidad es una "estrategia de supervivencia" del régimen militar argelino.
Por tanto, independientemente del marco de credibilidad que pueda alcanzar el escrutinio electoral, lo cual dependerá del nivel en que el deseo popular se pliegue a los intereses del poder argelino, habría que comenzar por identificar el valor político de la Cámara que va a ser elegida. Y la cuestión es que la reforma constitucional aprobada en noviembre pasado vino a establecer un marco legal de manera que quedase garantizado que, fuese cual fuese el porcentaje de diputados de oposición que se sentase en la Asamblea Nacional, su poder político quedase neutralizado por las enormes atribuciones que frente a ésta le fueron otorgadas a una nueva Cámara -el Consejo de la Nación- controlada de facto por el presidente de la República.
En realidad, el proceso político actual sigue incidiendo en la tradicional carencia de institucionalización real del poder. Una vez más, las instituciones no van a ser políticamente funcionales y, por tanto, no van a ser la vía por la que se transmita la autoridad del Estado. Como ha ocurrido siempre desde 1962, el poder va a seguir ejerciéndose en su mayor parte fuera del ámbito estatal, sin que, en consecuencia, se conozcan quiénes son los verdaderos responsables del Gobierno del país. Con respecto a las relaciones entre poder y oposición, la convocatoria de las elecciones legislativas ha ofrecido al primero una ocasión más de desunir, luego debilitar, a la oposición argelina que ha defendido el diálogo político y la integración del FIS en el mismo y que en enero de 1995 firmaron la plataforma de Roma. Confrontado a una corriente de opinión interna que considera que el boicoteo hasta ahora practicado sólo le margina y usurpa la posibilidad de "estar presente" en la: sociedad, el FFS de Aït Ahmed ha decidido participar en estas elecciones como "estrategia de supervivencia" frente a la del poder, aunque probablemente "sin hacerse ilusiones", como declaraba recientemente Louisa Hanoune, otra integrante de este grupo de oposición que también ha optado por presentarse a las elecciones por las mismas razones tribunicias del FFS.
De hecho, en un principio se pensó crear una lista conjunta compuesta por los distintos grupos que forman este grupo de oposición bajo la denominación de "los puentes por la paz" y que incluso integrase algunos miembros del FIS como candidatos independientes. Sin embargo, la consideración por parte de algunos de que participar era avalar un proceso de democracia aparente que no resuelve el problema imposibilitó esta estrategia común. Así, Ben Bella y los "reformadores" del FLN, Hamrouche y Mehri, estarán ausentes en los comicios (también lo estará Aït Ahmed, que no se presenta como candidato). Por su parte, el FIS ha optado por el boicoteo dados los riesgos políticos de aceptar participar, aunque sea de soslayo, en un proceso donde no se le reconoce como interlocutor y se le somete a la ilegalidad. Aunque el FIS boicotea, ha declarado que no obstaculizará por la fuerza el proceso a través de su rama armada, el AIS. Asimismo no apoya el voto a Hamás -que, por requisitos de la nueva ley de partidos, ha cambiado su nombre por el de Movimiento de la Sociedad de Paz (SILM)-, dado que es el grupo de tendencia islámica por el que el poder está apostando para absorber la militancia y apoyo social al FIS.
De hecho, el Gobierno argelino invierte en Hamás no sólo para subyugar a las tropas del FIS, sino también como grupo susceptible de contribuir a debilitar la guerrilla social que se ha desarrollado en las periferias de la región de Argel y que nada tiene que ver ni con el GIA ni con el AIS.
Una de las dificultades a las que se suele enfrentar el observador del conflicto argelino es la de conocer el origen y composición de las guerrillas que actúan en el país. Buena parte de la razón viene del hecho de que, en el marco de la estrategia establecida por el Gobierno argelino (que controla férreamente la información sobre las cuestiones de seguridad), sólo el GIA, la guerrilla revolucionaria que ataca a todo el que se opone a su proyecto islámico, es resaltada informativamente dándole el máximo de publicidad para desacreditar y ocultar a la guerrilla del FIS, que es una guerrilla política que lucha por la re legalización del partido y cuyos objetivos son los militares y fuerzas de seguridad. Pero junto a es tos dos grupos, completamente distintos y diferenciados entre sí, se da una guerrilla social, que también es ocultada por el régimen, que consiste en toda una serie de grupos armados espontáneos cuyos miembros son jóvenes desocupados que se han sentido agredidos y víctimas del conflicto y han decidido proteger sus barrios. Una vez que las autoridades argelinas comprobaron que no lograban controlar a estos grupos manu militari han pensado en Hamás para que pacte con ellos transfórmándolos en una especie de policías morales. Para ello se le dio a Hamás, primero, mezquitas; luego, alcaldías, y en un futuro muy próximo, un número considerable de diputados.
No obstante, esta apuesta por Hamás (cuyo líder, Mahfuz Nahnah obtuvo oficialmente el 25% de los votos en las presidenciales de 1995 y que reservándose para el futuro evento no se presenta como candidato en las legislativas) tendrá que ir acompañada de contrapartidas importantes que el régimen prefiere que sean socioculturales antes que políticas. Y, por tanto, se está una vez más ante un marco en el que a un sector fundamentalista se le permite gestionar la islamización de la sociedad a condición de que no cuestione los fundamentos políticos del sistema, lo cual ha constituido el tradicional statu quo entre el poder político y el islam oficial. Con ello se sustrae al proceso la posibilidad de alternancia política y la renovación de élites, que era el importante potencial de cambio que tenía el proceso electoral interrumpido en enero de 1992. Bien al contrario, el conflicto civil permite a los militares argelinos perdurar convirtiendo a los islamistas políticos en eternos exillados y desplazando al terreno militar una confrontación perdida en el terreno político.
Como partido representante del Gobierno y del presidente se ha creado una nueva formación, dado que el FLN representa sin ambages el fracaso del sistema. Así nació el Reagrupamiento Nacional Democrático (RND), nueva sigla sobre la que se ha agrupado el sustrato político-ideológico tradicional del régimen; es decir, la vieja "familia revolucionaria", compuesta por los ministros, la poderosa Asociación de los excombatientes, la de los hijos de los mártires y la UGTA, antigua central sindical del partido único.
Apoyándose en el RND, destinado a ser mayoritario en el Parlamento, y contando con la presencia de los diputados de Hamás (que le servirán para declarar que no es un régimen impío), de los políticos que encarnan el proyecto "erradicador" (con Saad Sa'adi a la cabeza), de algunos otros de grupos muy minoritarios, como Nourenddin Bakrouh, y quizá de una discreta representación del FFS, el régimen militar argelino presentará el actual proceso como democrático. Y muchos en el extranjero se lo creerán o, lo que es peor, resignadamente lo aceptarán. No obstante, en tanto que no se afronte el conflicto desde un marco de diálogo político que implique la aceptación del reparto del poder, habrá violencia y conflicto argelino para rato.
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