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"Tranquilos, que hay para todos"

Domingo, 1 de junio. Más o menos, las cuatro de la tarde. Tres horas después, el Madrid recibía allí, en el Santiago Bernabéu, al Extremadura. En un rincón escondido tras la torre A, en la calle de Concha Espina, se nota revuelo. Al fondo se advierte una cola bastante desordenada y al final de la misma una ventanilla abierta en unas viejas y descuidadas taquillas del estadio. "¿Es aquí donde se venden las entradas para ir con 'Ultras Sur'?". Afirmativo."¿Cuánto clavan hoy?", pregunta un joven con la cabeza rasurada abrigado con la camiseta del Madrid. "Dos talegos (2.000 pesetas), pero no venden a los que no tienen carné (de Ultras Sur)", responde el que le precede en la fila, de similar peinado.

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"No jodas, si siempre con dos carnés te dan dos pases". "Pues hoy no, no está Ocha [Ocha es José Luis Ochaíta]". "Claro, está el tema como para que venga". Por si acaso, el joven con la cabeza rapada abrigado con la camiseta del Madrid no abandona la cola. Cuando le toca el turno, unos cinco minutos después, confirma la mala noticia. Detrás de la ventanilla, un chico moreno con algo más de pelo confirma la mala noticia: "No, hoy sólo damos pases con carné, Esperad hasta las seis y cuarto. No sé si quedarán". Se forma una cola paralela para los sin carné.

La espera, durante la cual no se vio por la zona a policía alguno, ni guarda jurado, se hace larga. No para de llegar gente. Todos pagan, retiran su entrada y el fanzine de Ultras Sur que regalan y se van. Una pregunta se apodera de la escena: ¿tienes un carné de sobra? El que no lo consigue, nada de nada. Bueno, algunos tienen más suerte. Golpean la puerta de entrada a la taquilla, son reconocidos, pasan y al instante salen con su localidad. Otros utilizan ardides más sutiles: "No tengo el carné, pero mira esta foto de Franco". "Venga, vale, dame la pasta", contesta reconfortado el del otro lado de la ventanilla.

Poco antes de la ansiada hora el rincón empieza a poblarse de gente. La cola engorda. Los de los extremos, muchos armados con monumentales vasos de plástico llenos de cerveza, aseguran por lo más sagrado que llevan ahí toda la tarde. "Oye, ya vendéis para el día del Atleti". "No, joder. Si lo sabéis de siempre. El mismo día del partido". "¿A qué hora?". "Igual, de tres y media a cuatro".

18.15. Finalmente, a la ventanilla no se accede por turno, sino a empujones. "Tranquilos, que hay para todos", se escucha decir aprisionado contra la ventanilla al primero de la fila. "¿Cuánto piden?". "Dos quinientas".

El pase resultó ser una entrada oficial con una mayúscula leyenda: invitación. Acceso por las puertas 40, 50, 52. Tercer anfiteatro lateral. Pero hay su truco: alcanzado el primer anfiteatro, tras una puerta vigilada, hay una especie de pasadizo para llegar al fondo sur. Una línea trazada sobre la localidad con un grueso rotulador verde, a modo de contraseña, autorizaba el acceso a la zona de Ultras Sur.

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