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BALONMANO - CAMPEONATO DEL MUNDO

España borra al campeón olímpico

Croacia se estrelló contra un equipo brillante y homogéneo

Leontxo García

Los empleados del hipermercado Tsuruya y los alumnos del colegio Takemasho, aleccionados por -la organización de Kumamoto para animar a España sin desmayo, comprobaron ayer que han sido adscritos a uno de los dos equipos más temibles del Mundial. A España le sobró tiempo y fuerza para borrar de la pista a Croacia, campeón olímpico, en los octavos del final. El camino hacia la disputa del oro, previsiblemente contra Rusia, incluye el difícil obstáculo de Suecia (plata en Atlanta), que la selección de Juan de Dios Román afrontará mañana.España dio un gran espectáculo: Fort desesperó a los artilleros croatas con más de 20 paradas; Urdiales hizo diabluras en la segunda línea; Garralda lanzó zambombazos terroríficos; Duishebáiev aportó el toque magistral; Urdangarín dirigió muy bien una defensa granítíca; y así sucesivamente. También hubo errores tontos: pérdidas de balón absurdas, fallos en remates fáciles y desacierto de Urdangarín al atacar. De lo contrario, Croacia se habría llevado una paliza mayor que la recibida ante Rusia (31-20).

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Una sinfonía perfecta fue lo que España interpretó durante los 8 minutos iniciales. Atrás, Fort paró los nueve primeros disparos que le hicieron con la defensa formada. Adelante, el balón circulaba por fin con fluidez de extremo a extremo para que Esquer y Urdiales demostrasen su valía. Se les veía motivados como en una final pero con la serenidad de un entrenamiento. Y eso se transformó en un esperanzador 5-2.

Sin embargo, el compromiso no podía ser tan fácil. Los croatas transformaron cinco fallos de sus rivales en contraataques eléctricos que culminaron en gol: 7-8 a su favor en el minuto 11. La pequeña crisis del equipo español se solucionó con recursos individuales: un obús de Garralda y dos golazos, marca de la casa, de Duishebáiev para poner las cosas en su sitio justo, 11-9, y mantenerlas por el estilo hasta el descanso (16-14).

Tras el poderío técnico y físico de la primera mitad, España completó su exhibición mostrando la fortaleza psicológica en la segunda. Cuando aún quedaba casi la mitad del partido, con el marcador 19-16, Urdangarín y Duishebáiev fueron excluidos por dos minutos, los croatas metieron la directa y acortaron hasta un frustrante 20-19. La situación incitaba al nerviosismo; es bien sabido que, en cualquier deporte, los equipos de la antigua Yugoslavia brillan bajo grandes tensiones, son competidores natos y capaces de rendir al 100% con el marcador igualado a falta de diez minutos. España disponía de otros diez para resolver el partido antes de llegar a ese peligroso umbral.

Lo hizo, y de qué manera. La gozosa sinfonía volvió a sonar: Urdangarín y sus compañeros parecían pulpos gigantescos en la defensa, por delante de una roca llamada Fort. Y el ataque era una delicia; al grito figurado de "¡A mí, que los arrollo!", Garralda ametralló a los pobres Matósevic y Losert como si por cada gol cobrase lo mismo que Ronaldo. Resultado: 28-22 a falta de 8 minutos, que fueron de los llamados basura, aunque los de Tsuruya y Takemasho siguieron gritando "¡Vamos España!" y aplaudiendo hasta el final. No era para menos.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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