El Tigre también yerra

La cosa sigue yendo de récords. Tiger Woods ganaría el torneo de la pasada semana, el Colonial, y nadie lo dudaba, y se convertiría en el primer jugador desde Gary Player en el 78 que ganaba tres torneos consecutivos. Pero la cosa sigue yendo de golf, el deporte que de vez en cuando pone las cosas en su sitio. Conclusión: el Tigre también yerra. El domingo, en la última ronda del torneo de Fort Worth (Texas), el prodigio del golf llegó al hoyo 17º a sólo un golpe del líder, el surafricano David Frost. La multitud jaleándole y el propio Woods dando por sentado que el asunto era pan comido. No en balde había hecho birdie en ese hoyo en las tres anteriores jornadas. Sin embargo salió de allí con un doble bogey, el segundo que cometía en la jornada, y cuarto clasificado, a tres golpes del ganador. Sus 71 golpes (+ 1) significan también el final de una racha de 10 rondas consecutivas, desde la segunda del Masters, en la decena de los 60. La derrota, sin embargo, no empequeñece el tamaño desmesurado de la leyenda Woods.Irónicamente, la derrota del joven, 21 años, afroamericano ha llegado a manos de Frost, un surafricano conocido en el circuito por su acendrada defensa del apartheid. "No siento ninguna lástima por Woods", dijo apropiadamente Frost.

Sin embargo, alguien debería sentirse preocupado por Woods. Todas las semanas son para él una lucha titánica contra su propio mito. La semana pasada comenzó con el anuncio de su patrocinio por American Express (30 millones de dólares en cinco años), continuó con una comida de 15 minutos con Fuzzy Zoeller el miércoles en la que zanjó la polémica sobre los comentarios racistas del veterano golfista -"espero que no nos sirva pollo frito o verduras rebozadas, o, lo que narices suelan comer", dijo Zoeller en referencia a la cena del próximo Masters, en la que el menú lo elige el campeón del año anterior-, y terminó otra vez con una multitud tomando al asalto el campo exigiéndole ganar.