Razonablemente feliz

Dos días antes de su muerte, Marilyn Monroe sonaba como una mujer escéptica pero orgullosa de su fama y de sí misma. Dos días antes. de su muerte, Marilyn Monroe reía casi compulsivamente y se identificaba cómodamente con su papel de mito sexual. Cuando dos días antes de su muerte recibía al director de la revista Life en la que sería la última entrevista de su vida, Marilyn, Monroe se comportaba como una persona razonablemente feliz.Su último mensaje al periodista, antes de que éste abandonase la mansión de la estrella en Brentwood (California), era el mismo que se había esforzado por transmitir a cada uno de los directores de Hollywood con quienes le tocó trabajar: "No me haga quedar como una tonta".

Richard Meryman escuchó y escuchó posteriormente las cintas de esa entrevista buscando en ellas una pista, un hilo que condujese hacia el estado de ánimo de una mujer al borde del suicidio. No lo encontró. No lo encontrará tampoco el espectador en el documental Marilyn Monroe. La última entrevista, que Cinemanía (Astra IB, canal 30) emite hoy, a las 20.55. Los forenses atribuyeron su muerte a una sobredosis de barbitúricos, y los médicos mencionaron un pasado de grave desequilibrio emocional. Pero Marilyn Monroe no ofrece muestras de flaqueza en su última entrevista ni deja asomar señas de que se haya dado por vencida tras 36 años de vida, caracterizada por ella misma con la palabra, "intensídad".

Al contrario, lo que escuchamos es la voz de un personaje ducho en la batalla por sobrevivir y triunfar. "La felicidad es algo que nunca di por sentado", confiesa. "La gente me hizo estrella, no los estudios", recuerda.

Las dudas sobre la muerte de Marilyn Monroe constituyen, junto al asesinato de John F. Kennedy, dos de los grandes misterios sobre los que todavía hoy especulan los norteamericanos. Precisamente a ambos personajes, iconos de aquel país, se les atribuyó en vida una relación amorosa en la que muchos creen ver la verdadera explicación para la desaparición de la actriz.

Misterios

Estados Unidos está plagado de misterios como esos: ¿quién mató a Liberty Wallance?, ¿dónde está Jimmy Hoffa?, ¿quién fue el verdadero asesino de Martin Luther King? Los norteamericanos son aficionados a extender las leyendas de sus mitos más allá de la muerte.El mito de Marilyn, que no hubiera pasado de ser un instrumento comercial si los intelectuales estadounidenses no le hubieran dado un sello culto, tuvo mayor repercusión quizás en Europa porque transgredía principios aún más anclados aquí. Marilyn se exhibía como mujer objeto dispuesta a todo por un detalle de Tiffany's, como una amenaza manifiesta -y un tanto diabólica- a la institución matrimonial.

Dos días antes de su muerte (5 de agosto de 1962) sigue confesando con naturalidad esas y otras debilidades en una entrevista sencilla que nos deja la miel de Marilyn sobre los labios.