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Los masones comparecen en público

Desde ayer se celebra en Gijón el primer congreso internacional que los reúne en España

Los masones comparecen en público. El I Congreso Internacional de Masonería que se celebra en nuestro país reúne desde ayer en Gijón a 200 aprendices, compañeros y maestros practicantes de la llamada obediencia liberal -de inspiración francesa, es una de las dos tendencias que conviven en la masonería-. A lo largo de este fin de semana, masones españoles, portugueses, italianos y franceses debatirán sobre el pasado, el presente y el futuro de lo que ellos definen como una "escuela de formación humanística". Y lo harán sin tapujos y sin esconderse. El encuentro está abierto a estudiosos y a profanos, en un empeño por disipar tabúes, falsas creencias, concepciones erróneas y una suerte de malditismo que aún pervive al cabo de décadas de persecución y de campañas difamatorias urdidas durante el franquismo."No somos sociedades secretas, sino discretas, como lo es cualquier empresa, organización o asociación del tipo que fuere", señala Joan García Grau, abogado barcelonés, de 65 años, serenísimo gran maestre de la Gran Logia Simbólica Española, cargo en el que será relevado el próximo día 7 por Javier Otaola, de Vitoria, tras agotar su mandato. "Somos discretos en lo que es necesario serlo, como lo es cualquier grupo humano. Pero no hay secretismo. De hecho, desarrollamos muchas actividades públicas".

El congreso que ahora se celebra en Gijón pretende ser un ejemplo de ese propósito de transparencia y apertura, como manifiesta el promotor de este encuentro internacional, José Juan Iglesias del Castillo, presidente del Ateneo Cultural Mercurio, dé Gijón: "La masonería ha de darse a conocer a la sociedad y no permanecer encerrada". Que hubiera que esperar 17 años desde la legalización de la masonería en España para que se celebrara por vez primera un congreso de estas características no debe interpretarse, aseguran, como afán de ocultismo. "También nosotros nos preguntamos por qué no lo hemos hecho antes. Quizá ha sido por exceso de cautela o porque nadie se lo había propuesto. Espero que a partir de ahora lo hagamos de forma regular", explica García Grau. El serenísimo gran maestre advierte, en todo caso, que la masonería "nunca ha sido proselitista". "Preferimos que se acerquen a nosotros las personas con inquietudes que ir a buscar seguidores, aunque la vocación de crecimiento está tan presente en la masonería como en cualquier otra actividad e iniciativa humanas".

La masonería sigue siendo un colectivo muy reducido en España con respecto al arraigo que tiene en otros países del entorno. La Gran Logia Simbólica Española, organizadora del congreso y una de las dos tendencias masonas que conviven en España (la otra es la Gran Logia de España, de obediencia regular e influencia anlosajona), agrupa a cerca de 600 miembros en 35 logias repartidas por España. "Los 40 años de franquismo han dejado un poso de calumnias y de desconocimiento que es preciso vencer", constata García Grau, "aunque ya nadie tiene disculpa para desconocer lo que es la masonería. Se han editado muchos libros y tenemos muchas actividades abiertas a la sociedad". En todo caso, "masones hay muchos más, aunque no se pongan el mandil ni asistan a nuestros talleres", según este abogado.

"La masonería", explica, "no es más que una escuela de formación humanística, fiel a los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Éste es el lema que figura en el frontispicio de nuestras logias, la invocación con la que abrimos y clausuramos nuestras sesiones de trabajo y los principios que inspiran nuestra conducta. La libertad, la igualdad y la fraternidad siguen siendo reivindicaciones necesarias, de las que dimanan todos los demás valores, como la tolerancia, la solidaridad, la sensibilidad democrática o la renuncia a todo tipo de xenofobia", declara Grau. Que el lema de la masonería siga siendo el mismo que alentó la Revolución Francesa hace 208 años no cabe interpretarlo como anacronismo. "Nuestro mensaje sigue teniendo el mismo vigor y vigencia que antaño", sostiene José Juan Iglesias. "Las necesidades, por desgracia, siguen siendo las mismas porque, aunque vivimos en democracia, siguen existiendo muchos problemas que resolver".

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