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CORRUPCIÓN EN EL FÚTBOL

Casos prácticos para el manual de buen sobornador

Gracias a las confesiones de Bernés al juez Philippon han salido a la luz una serie de casos puestos en práctica por el OM en sus seis años, de 1987 a 1993, de sueño Tapie. L'Équipe Magazine ha recogido unos cuantos.Préstamos por caridad. Una de las técnicas para pagar a los jugadores en dinero negro cobraba la forma de préstamos ficticios del club al futbolista. "Era una fórmula ilícita, pero menos que otras", dice Tapie. Alain Giresse recibió así un millón de francos (unos 25 millones de pesetas), Karl Heinz Foerster, ocho millones, y Vercruyse, tres millones. "Era mejor eso que tener una caja B", dice Bernés.

El soborno que no existió. La Liga estaba a punto de terminar. Jugaba el OM en Mónaco. Goethals, el técnico, llama a Tapie y le dice que el Mónaco está muy fuerte y que los jugadores están pesimistas. El título corre peligro. "Déjamelo a mí", le contesta Tapie. Llama al capitán del Phocéa -su yate- y le dice que tenga preparado el barco para el día siguiente. Atraca en Mónaco. Recorre todos los bares del puerto diciendo al dueño que ha quedado en su local con Weah y otros dos jugadores monegascos y que guarden él secreto. A las dos horas vuelve a recorrer los bares anunciando que la cita no se celebrará ahí, sino en el Phocéa. Se vuelve a Marsella. "Al día siguiente", cuenta Tapie, "todos los jugadores del Mónaco se miraban unos a otros, sospechando que estaban comprados todos los demás. Resultado: fuimos campeones y los dirigentes del Mónaco todavía creen que pagamos para derrotarlos".

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El autosoborno. Tapie también supo evitar que sus jugadores vendieran la Copa de Europa. Una semana antes de la final de Múnich (1993) llamó uno por uno a sus jugadores y les avisó: "Os van a telefonear unos italianos amigos míos haciéndose pasar por agentes del Milan. Aquel de vosotros que reciba la llamada y no me lo cuente en media hora no jugará la final y tampoco recibirá un duro de las primas". "Puedo garantizar", resume Tapie, "que los del Milan no tocaron a uno solo de mis jugadores, y bien que les habría gustado".

Las medias bajas. El intermediario Liubornir Barin estaba encargado de comprar al AEK de Atenas en 1989. Había avisado a Tapie de que los jugadores griegos tocados saltarían al césped con las medias bajadas. Sin embargo, el árbitro, el suizo Sandoz, ordenó a todos en el túnel que se las subieran y aparecieron en el campo con las medias hasta las rodillas. Tapie montó en cólera y Barin se tuvo que esconder durante todo el primer tiempo. Sin embargo, el propio árbitro se encargó de calmar al boss anulando de forma inverosímil un gol a los griegos en la segunda parte. Aquella vez Barin sólo trabajó para el OM, pero Tapie recuerda de alguna ocasión en que hizo doble juego, actuando también por cuenta de los rivales.

Waddle, in fiaganti. En 1989 el OM ficha al joven prodigio inglés Chris Waddle. Sin embargo, Waddle no da una en los primeros partidos y la hinchada comienza a impacientarse. La versión oficial de la directiva es que tiene problemas de salud. La verdad: Waddle reclama cuatro millones de francos (unos 100 millones de pesetas) que no le han pagado de su contrato de imagen concertado en 16,8 millones de francos (unos 420 millones de pesetas). Waddle amenaza con volverse a *Inglaterra. Uno de sus agentes, Melvin Stein, cree saber una manera más sutil de convencer a Tapie. Se cuela en el despacho de Bernés -el capataz de Tapie- en la sede del club e intenta robar el contrato. Bernés le descubre in fraganti. Waddle debió contentarse con 12,8 millones de francos por contrato de imagen, ingresados, eso sí, en una cuenta en el extranjero mediante dos facturas de origen dudoso.

Era la otra puerta. La víspera del OM-Hadjuk Split de la Recopa de 1987 unos golpes suenan en la puerta de la habitación del hotel de un periodista a las dos de la mañana. Cuando la abre ve palidecer hasta el extremo a un conocido intermediario acompañado de una rubia despampanante. La explicación, al día siguiente:era para el árbitro que dormía en la habitación de al lado.

La calle no era tan larga. Fichaje de Boksic y traspaso de Leonardo. El OM emite varias facturas entre 1992 y 1993 por un millón de dólares (unos 140 millones de pesetas) dirigidas a la sociedad IPS, vía Michelangelo 91, Forli (Italia), a nombre de Amedeo Signorini. Hay dos empresas IPS en Italia, una en bancarrota desde hace algunos años y otra dedicada a la fabricación de zapatos. La vía Michelangelo de Forli sólo llega hasta el número 76. El único Amedeo Signorini con quien dieron los investigadores por teléfono regentaba un taller de orfebrería.

Estar a la hora. La víspera de un partido de Copa de Europa en Marsella, cuenta Liubomir Barin, Tapie invita al trío arbitral a una fiesta en el Phocéa. Mientras hablaban, el árbitro principal no dejaba de mirar el reloj del presidente del OM: un impresionante Cartier. Al día siguiente, el árbitro recibió en su habitación un regalo: el Cartier de Tapie.

Más regalos. En 1984, la UEFA prohibió a los clubes hacer regalos costosos a los árbitros, pero, según Barin, la práctica continuó. De hecho ha confesado haberse gastado entre 50.000 y 100.000 francos (hasta 2,5 millones de pesetas) en agasajar al trío del OM-AEK en 1989 con regalos diversos, comidas y azafatas complacientes.>

Muñecas rusas. Operación tipo, aunque complicada: abril de 1991, el OM juega en Moscú frente al Spartak las semifinales de la Copa de Europa. Jean Louis Haguenauer, que había negociado el traspaso de Amorós del Mónaco al OM, ha montado en Moscú un negocio de import-export. Amorós, por cuenta de los directivos del OM, llama a Haguenauer y le explica, según Bernés, que Tapie le ha dicho que debe comprar a los jugadores rusos. Haguenauer le presenta a su socio, Azer Beibutov, quien a su vez conoce a Vaguiz Jidiatulín, ex jugador del Spartak y del Toulouse. Ningún problema. Jidiatulín contacta con varios jugadores del Spartak, que aceptan el soborno: dos millones de francos (50 millones de pesetas) a repartirse entre todos y que cobrarían después del partido porque Tapie no se fía. "Estos rusos venderían a sus padres por un puñado de dólares", dice. Haugenauer dispone de un circuito financiero lo bastante complicado sociedad fantasma, cuentas en Suiza y Liechtenstein- para asumir la transacción. El OM gana en Moscú por 3-1. Los periodistas hablaron en sus crónicas de la lentitud de la defensa rusa y de la indolencia de algunos jugadores. Dos meses más tarde dos millones de francos salen de las arcas del club marsellés para cubrir una factura falsa emitida por una hipotética sociedad Baxanes. La temporada siguiente, el entrenador del Spartak declara a la prensa que el OM había comprado a sus jugadores. La UEFA abre una investigación en la que no interroga ni a los jugadores ni a Jidiatulín. La cierra poco después por falta de pruebas. Concluye la UEFA que el caso era un rumor sin fundamento.

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