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Novata, mujer y socialista

Pese a la feminización y renovación de las candidaturas, el Partido Socialista francés sigue anclado en estatalismo

Enric González

La vida de Michele Sabban ha cambiado. Acaban de llegar los carteles recién impresos, y durante la madrugada ella misma ha trabajado en su colocación. Podía elegir su propio lema, y escogió Por una Francia más humana. Hoy, en el mercado, la gente empieza a reconocerla porque ha visto el cartel, y ella, aunque cansada y con bronquitis, se siente "en plena forma". Sabbán es una de las casi 200 candidatas del Partido Socialista (PS), una representante de la enérgica renovación y feminización con la que los socialistas intentan huir de su pasado.De los 577 socialistas que aspiran a un escaño, la mitad son caras nuevas y un tercio son mujeres. ¿Es suficiente ese cambio para convencer a los franceses? Probablemente, no. El PS sigue muy atado al sector público, al que pertenece la gran mayoría de sus militantes, y acude a las elecciones escorado hacia la izquierda.

Michéle Sabban nació hace 42 años en Túnez, en una familia judía. Se diplomó en Bellas Artes y vive desde 1975 en la región de Val-de-Marne, al oeste de París. Aquí trabaja como encargada de comunicación de una entidad municipal, y aquí, en la primera circunscripción (Créteil norte-Saint Maur-Bonneuil), se enfrenta por primera vez al veredicto de los electores.

Es veterana en política, ya que ingresó en el PS en 1981 (atraída por la renovación, "no porque Mitterrand ganara la presidencia, sino porque Lionel Jospin accedió a la secretaría general y me sedujo desde el primer momento") y en 1995 accedió al secretariado nacional del partido. Pero nunca se había presentado a unas elección es.

"Mis tres hijas ya se habían hecho mayores (24, 20 y 14 años), tenía más tiempo y ardía en deseos de ser candidata. Cuando Jospin lanzó la campaña de feminización, me propuse y aceptaron designarme".

La candidata cree que el PS puede dar ya por concluida su travesía del desierto. "Tocamos fondo en 1990, en el congreso de Rennes", explica Sabban. "Recuerdo que en plena bata lla, mientras las corrientes del partido se despedazaban unas a otras, algunos nos preguntábamos cómo era posible todo. aquello, cómo se había llegado a tal decadencia. Rennes sirvió, al menos, para reventar los tu mores que estaban a punto, de matar al partido".

"Con 10 años basta"

Era el momento más oscuro de la era Mitterrand, cuando los casos de corrupción afloraban casi cotidianamente y en la calle hacía fortuna una frase -"Con 10 años basta"-, que un día se lanzó contra De Gaulle. Y entonces sirvió para expresar el hartazgo de los franceses respecto al presidente socialista. El número de militantes cayó en picado: de los 213.000 de 1983, hoy quedan 100.000."El desastre electoral de 1993 supuso una especie de borrón y cuenta nueva, y el retorno de Lionel Jospin y su campaña presidencial de 1995 marcaron, creo, una clara recuperación", opina la candidata.

La militancia del PS siempre ha estado mayoritariamente vinculada a la función pública, y muy especialmente a los maestros. "Ya no todos son maestros, se están incorporando jóvenes, pequeños empresarios y gente de sectores muy distintos", afirma. Pero el grueso del partido sigue muy enlazado con los funcionarios, y eso se nota en el programa: más gasto del Estado, creación de 350.000 empleos públicos y congelación del programa de privatizaciones.

El "giro hacia el centro" esbozado en 1995 no ha tenido continuación en las actuales legislativas. El renovador Michel Rocard, que fue primer ministro entre 1988 y 1991, y asumió el mando del partido tras el hundimiento de 1993, reconoce que en estas elecciones el PS "se ha encerrado en sus viejas tradiciones y rutinas".

En cierta forma, el PS es víctima de una contradicción entre su militancia y su electorado natural, como le ocurre también al Partido Comunista (PC). El PC tiende a posiciones muy liberales en problemas como la inmigración o en orden público, pero la clase obrera prefiere menos extranjeros y mano dura con la delincuencia y, en consecuencia, se desplaza hacia la ultraderecha. En el caso socialista, mientras sus potenciales electores centristas de searían una evolución hacia el "realismo económico", aunque no tan drástica como la del la borismo británico, la militancia mantiene su apuesta por el estatalismo. "El programa socialista es perfectamente realista. Jospin sólo promete lo que pude de cumplir. Si es criticable por algo, es por la falta de utopías", dice Sabban.

Pero en el mercado de Champigny, una zona elegante de la circunscripción (que tiene una zona donde domina la derecha, otra donde dominan los socialistas, y unos suburbios difíciles donde los votos se reparten entre el PC y el Frente Nacional), la candidata se topa con alguien que le lleva la contraria. Se trata de una mujer de unos 50 años, precisamente funcionaria en el Ministerio de Finanzas: "Yo les votaría, pero creo que se equivocan al pactar con los comunistas y al negarse a reducir el papel del sector público. El Estado se ha hecho ineficaz. Somos demasiados, y reconozco que es extraño que lo diga yo", explica la señora. La candidata se esfuerza, sin éxito, por explicar a la funcionaria que los 350.000 empleos públicos serían "de proximidad, en colectividades locales". "No Creo que funcione", le replica la funcionaria.

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