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Un presidente en silla de ruedas

Discapacitados fisicos de EE UU protestan porque un monumento a Roosevelt oculte su invalidez

"FDR lo hizo todo en silla de ruedas", proclama el anuncio de la Organización Nacional de Discapacitados que los diarios norteamericanos publican estos días. FDR es Franklin Delano Roosevelt, el presidente que, 52 años después de su muerte, acaba de ser consagrado como uno de los padres de la patria estadounidense, al lado de George Washington, Thomas Jefferson y Abraham Lincoln. Al igual que los otros tres grandes presidentes, Roosevelt cuenta desde el pasado viernes con un monumento en el corazón de Washington, a cuatro pasos de la Casa Blanca, que él conquistó en cuatro elecciones consecutivas."Lo único que debemos temer es al miedo mismo", dijo Roosevelt en su primer discurso de toma de posesión. Sabía de lo que hablaba. Él fue el presidente demócrata que, con su política de intervención estatal en la actividad económica y social, el new deal, sacó a EE UU de la gran depresión; el líder de la coalición mundial que aplastó a los fascismos alemán, italiano y japonés, y el estadista que fundó la ONU. Pero, aunque la inmensa mayoría de sus contemporáneos no lo supieran, Roosevelt, paralítico de la mitad inferior del cuerpo desde los 39 años de edad a causa de la polio, lo hizo todo, incluidas cuatro victoriosas campanas electorales, desde una silla de ruedas.

"La lucha de Roosevelt contra su enfermedad fue el crisol en el que se forjó su liderazgo y sus cualidades de coraje, solidaridad y determinación", dice el anuncio de la Organización Nacional de Discapacitados. La publicidad va acompañada de un retrato que muestra al presidente en silla de ruedas al lado de una nieta, una de las únicas dos fotos existentes en las que Roosevelt usa ese instrumento.

El monumento tiene un pero: sigue ocultando al verdadero Roosevelt. En su motivo central, la estatua de granito del presidente, éste está sentado cerca de su perrita terrier Fala, pero una gran capa cubre el sillón. Este ocultamiento ha provocado la protesta de las organizaciones de disminuidos físicos, y no sólo ellas.

Clinton, los ex presidentes George Bush, Jiminy Carter y Gerald Ford, y el ex senador Bob Dole, minusválido de la mano derecha por herida de guerra, han tomado, el partido de los que desean que se presente a Roosevelt tal como era. Sé construirá, pues, en el monumento de Washington una estatua suplementaria de Roosevelt, en silla de ruedas, pero no será pagada por el dinero de los contribuyentes, sino con fondos de particulares.

El monumento está en la orilla del río Potomac, frente al de Jefferson. Es un conjunto ajardinado del tamaño de tres campos de fútbol, con varias zonas que recuerdan las principales acciones políticas de Roosevelt. Ha costado 48 millones de dólares (más de 3.700 millones de pesetas), pagados por el Gobierno federal, y su inauguración ha provocado una revisión de la figura de Roosevelt.

Roosevelt ganó sus primeras. elecciones presidenciales en 1932, cuando ya llevaba 11 años en silla de ruedas. Durante los 13 años en que ocupó la Casa Blanca, sus familiares y colaboradores, con la complicidad de la prensa, ocultaron su condición fisica. A Roosevelt le colocaban de pie delante de los atriles para que hiciera discursos y fuera fotografiado. Cuando recibía a desconocidos, lo hacía sentado en un sillón ordinario.

Y aun así, su legado es espectacular. Roosevelt sacó a su país de la depresión, consagró la supremacía del Gobierno federal sobre los Estados, terminó con la mentalidad aislacionista norteamericana en asuntos internacionales e incorporó a la vida política a las mujeres, los sindicatos, los católicos, los judíos y' en menor medida, los negros. Y sobre todo, como dice el historiador Arthur Schlesinger, transmitió a sus compatriotas "confianza, serenidad, optimismo y solidaridad".

Sus mensajes radiofónicos llevaban al pueblo la impresión de que el presidente se preocupaba por sus problemas. Roosevelt dijo en su segundo discurso de toma de posesión: "Veo que una tercera parte de la nación no está dotada de viviendas y está mal alimentada y mal vestida. La prueba de nuestro éxito no estriba en si somos capaces de añadir más a la abundancia de los que ya tienen mucho, sino en suministrar bastante a los que tienen demasiado poco". Es un mensaje de sorprendente actualidad en este EE UU de fin de siglo.

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