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El Barcelona cumple las Previsiones

El Estudiantes volvió a fallar en los últimos minutos

Luis Gómez

Al Estudiantes le faltaba algo más para el empeño, en su intento de evitar lo irremediable, una final por todo lo alto entre los dos grandes, una final que se veía por el horizonte desde que empezó esta competición. Y ese algo más pueden ser varias cosas. Pueden ser centímetros (por ejemplo, para evitar que Dueñas se convierta en una pesadilla), pueden ser algunos kilos de más (para imponer más respeto físico a un rival tan bien dotado) y puede ser un poco de serenidad para jugar los minutos de la verdad. El Estudiantes no ha sabido rematar un sólo partido y oportunidades las tuvo. No supo entender lo que tenía enfrente, un Barcelona disperso, todavía afectado por la derrota en su enésima final europea. Al Barcelona le bastaron 11 tiros libres para resolver el asunto: 11 tiros libres de sus últimos 15 tantos.El Estudiantes ha terminado por ser un equipo ligero que deja un buen sabor de boca a sus rieles y al público en general. Ha llegado hasta donde razonablemente podía llegar y se lleva el premio de su participación en la Liga Europea. Ha vuelto a mostramos su catálogo de jóvenes valores y nos hemos quedado con los apellidos de Jiménez, De Miguel y García. Queda por ver si alguno de ellos apunta algún día para figura y termina en las filas del Real Madrid. Pedro Ferrándiz estará atento a la jugada.

Ayer trató de jugar descaradamente al Barcelona en busca del quinto partido. Lo consiguió en ocasiones, dado que el Barcelona no está para mucha conversación en estos momentos. Mostró alegría en las acciones ofensivas, cierto desparpajo en el uno contra uno, y un baloncesto colectivo ciertamente agradable a la vista. Rápido, decidido, abierto... es decir, ligero. Por si acaso, el Barcelona se empeñó en andar siempre atento en el marcador para evitar males mayores. Era cuestión de ir sacando elementos a la cancha y estirar un poco la cuerda.

Pero la alegría estudiantil se topó con un problema bien mediada la segunda parte. El marcador seguía muy ajustado (66-66, a falta de nueve minutos), pero la prensencia de Dueñas se les hizo indigesta. No disponían de músculos ni de centímetros para impedir que Dueñas tocara cada pelota cercana al aro cada vez que pasaba por ahí. Dueñas aseguró el rebote en ambas zonas y a partir de esa circunstancia, el Barcelona comenzó a confiar en sí mismo.

Sin embargo, el Barcelona no estaba disponible para darle la vuelta al partido. Está para tomar consomés y no hacer excesos. Se limitó a esperar mientras administraba concienzudamente cada tiro libre, cada rebote afortunado. Lo que se dice un trabajo muy profesional.

Los tres últimos minutos se llevaron al ritmo que le convenía: el Barcelona anotaba desde la línea de tiros libres y el Estudiantes comenzaba a precipitarse por momentos. La tendencia se agravó y mientras unos anotaban de uno en uno, los otros se lanzaban en busca del lanzamiento imposible, donde una vez más quedó claro que el Estudiantes tenía una grieta considerable: ni Vecina es el hombre idóneo para jugadas de últimos segundos, ni el equipo tiene las ideas claras en ese tipo de acciones.

El remate fue decepcionante porque no hubo final. El ataque estudiantil se desparramó en acciones sin cuento y el Barcelona se limitó a seguir anotando. Bien es cierto, que de uno en uno.

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