_
_
_
_
FÚTBOL 36ª JORNADA DE LIGA

El Deportivo aprieta la soga del Sevilla

Rivaldo vuelve a golear ante un rival entusiasta pero sin peligro

Xosé Hermida

El Deportivo dió otro vuelta más a la soga que oprime el cuello del Sevilla, al que cada día le queda menos margen para escapar a tiempo del patíbulo. El atrevimiento de los sevillistas, que salieron al campo dispuestos a tratar a su adversario de igual a igual, se desvaneció ante el talento del Deportivo. Rivaldo, como siempre, halló el camino del gol y dió paso a algunos minutos efervescentes, en el que los blanquiazules ofrecieron la feliz novedad de la recuperación de Fran.Tras una primera parte magnífica, el Deportivo se limitó a congelar el partido y a capturar la goleada a última hora y al contragolpe. La situación del Sevilla es tan dramática que cada partido se presenta como una lucha contra el tiempo en la que ya ni le sirven los empates, por mucho que juegue en campo contrario y ante un equipo del linaje del Deportivo. Obligado a prescindir de las especulaciones y de la miserable búsqueda del puntito, Julián Rubio salió en Riazor a cara descubierta, con dos puntas y tres centrocampistas ofensivos.

Hacía tempo que un visitante a La Coruña no mostraba semejante intrepidez. Pero los guiones, por muy buenos que parezcan, necesitan intérpretes, y en ese aspecto las buenas intenciones del Sevilla se disiparon en un cuarto de hora. En cuanto el Deportivo se hizo con el balón, su adversario perdió todo el protagonismo y quedó mudó como un espectador. Durante la primera fase del juego, los blanquiazules prefirieron esconder la pelota y moverla con la parsimonia habitual. Luego, una vez constatada su autoridad, el Deportivo sazonó la receta con velocidad y atrevimiento, y deparó varias acciones magníficas.

El partido, por supuesto, lo abrió Rivaldo, respetuoso con la costumbre. Esta vez no fue una carrera, ni un trallazo, ni un regate un simple remate de cabeza tras una falta que Martins resolvió con un toque aterciopelado. La abnegación y el entusiasmo del Sevilla, que hasta entonces habían logrado mantener un mínimo equilibrio, se quedaron a partir de ese momento en simples anécdotas ante el despliegue coruñés. El asunto no tuvo mayor misterio, porque es tan viejo como el fútbol: se juntan unos cuantos jugadores magníficos (Rivaldo, Fran, Martins, Donato y Mauro Silva, por ponerles un nombre en este caso), comienzan a tocar y a desmarcarse y al rival le entra dolor de cuello de tanto perseguir la pelota. Fue lo que ocurrió en los espléndidos minutos finales de la primera parte, cuando el Deportivo alumbró media docena de combinaciones trazadas al compás y desaprovechó la ocasión de liquidar el trámite por vía de urgencia.

Los coruñeses moderaron sus pretensiones en el descanso y en la reanudación optaron por el plan más cómodo y rutinario: repliegue y contragolpe. El fútbol se apagó porque el Sevilla, aunque tuvo la virtud de no entregarse, nunca tuvo clarividencia para labrarse caminos hacia el área. Los blanquiazules sabían que era una cuestión de paciencia, pero nadie podía prever que el partido se resolviese por la vía circense, como así ocurrió. Rivaldo -en lo que tal vez fue un exceso de soberbiaquiso remedar a Panenka en el lanzamiento de un penalti: se trata de un burlar al portero y colocar una vaselina por el centro; pero el tiro de Rivaldo se sesgó en exceso y la pelota iba tan mansa que el público empezó a desempolvar el manual de improperios; Unzúe, puede que desconcertado por tan extraña acción, no fue capaz de sujetar la pelota, que entró lo justo para sobrepasar la línea. Hasta en las acciones de fortuna, el protagonismo del Deportivo lo acapara siempre Rivaldo, un jugador diferente, genial y decisivo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_