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Pobres, pero orgullosos

Un joven grupo de Móstoles prepara el resurgimiento de la Escuela de Teatro Joven

El grupo no profesional Carpe Diem, de Móstoles, (196.500 habitantes), se ha convertido en el carro que tira de otras formaciones teatrales aún más modestas. Los siete miembros que componen este colectivo juraron fidelidad al mundo de la escena hace cinco años y desde entonces pocas cosas les han separado de ella, salvo algún trabajo temporal como repartidores de propaganda o tras la barra de un bar.El teatro les ha dado y les ha quitado todo, pero lo aceptan de buen grado. Lo último que les ha otorgado ha sido una alegría: la de llevarse el premio a la mejor actriz (que ya han conseguido durante cuatro años consecutivos) y mejor actor en el festival de teatro no profesional de Utiel, en Valencia. Su obra El Pelícano logró el tercer premio por detrás de dos composiciones valencianas. La estrenarán en mayo en la sala Espacio Atocha. El premio le ha tocado este año a la actriz Sonia Martín, que vive en San Martín de Valdeiglesias y para ensayar se "traga" tres veces por semana los 60 kilómetros que la separan de Móstoles.

Su voluntad de trabajo y su ansia por demostrar sus dotes interpretativas han convertido al grupo en el espejo de otros colectivos mostoleños que tratan de despuntar en la escena alternativa. "Somos pobres, pero con orgullo", comenta Francisco José de los Ríos, director de Carpe Diem: "Cada uno estudia su carrera y trabaja para pagarse lo más necesario, pero el teatro es nuestro alimento".

Con el ánimo de colaborar en el enriquecimiento teatral del municipio, los siete miembros de Carpe Diem -cuya media de edad es de 25 años- planean el resurgimiento de la Escuela Joven de Teatro, que cerró hace años. En dicho centro se formaron casi todos ellos. "Es necesario, porque hay muchos jóvenes que acuden a la delegación municipal en demanda de educación teatral", comenta el director. Además, en octubre crearán un teatro de cámara como sala alternativa y preparan una minigira por los centros culturales. Aspiran a vivir de la interpretación, "y eso no significa figurar en letras de oro", según De los Ríos: "Si no fuera por los magníficos actores secundarios de nuestro país y por la gente de repertorio, que le echan tantas ganas, no se podría hacer cine, ni teatro, ni televisión. Ni siquiera anuncios".

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