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El himno nacional, propiedad privada

En la carretera que atraviesa los montes de Valsaín podían leerse, fijados en los árboles, unos carteles esclarecedores: "Patrimonio Nacional, propiedad privada". Esa es también la situación en que permanece el himno nacional, cuya partitura fue registrada a su nombre por Bartolomé Pérez Casas en 1942. Así que aquellos años de exacerbado nacionalismo bajo la égida del generalísimo Franco fueron un ejemplo para estos liberales a la violeta que todavía titubean a la hora de las privatizaciones. La primera referencia escrita que se conoce de los arreglos que Pérez Casas hizo de la Marcha Real figura en un Real Decreto de 27 de agosto de 1908. El encargo de modificar la antigua Marcha Granadera debió producirse durante la Regencia de María Cristina, cuando Pérez Casas dirigía la Real Banda de Guardias Alabarderos. Nuestro músico había nacido en Lorca en 1873, aunque vivió en Madrid desde 1897 hasta su muerte en 1956. Compositor, director y clarinetista, fue profesor del Conservatorio, académico de Bellas Artes desde 1925 y primer director de la Orquesta Nacional surgida tras la guerra civil. Al morir sin descendencia- legó los derechos sobre el himno nacional a su amigo José Andrés Gómez y a su fiel servidora María Benito Silva. Según los últimos datos obtenidos de la Sociedad General de Autores, los causahabientes recibieron desde 1990 a 1992 15 millones de pesetas en concepto de derechos por la interpretación del himno nacional. Todo esto se supo, hora es ya de decirlo, por un trabajo periodístico que dirigió el firmante para el informativo Entre hoy y mañana y que fue emitido por Tele 5 en la más severa madrugada del 12 de noviembre de 1993. Pese a lo avanzado de la hora de emisión, que llevó a denominar el programa por sus adictos del cuerpo de bomberos y otros excéntricos noctívagos con el título de "entre mañana y pasado", la cuestión tomó estado parlamentario mediante una pregunta formulada al Gobierno por el entonces diputado Diego López Garrido. La respuesta del ministro de la Presidencia Alfredo Pérez Rubalcaba llegó un 17 de enero de 1994 y sirvió para confirmar los anteriores extremos. A partir de ahí, pese a los trabajos de una legislatura que se pro nosticaba breve, el Gobierno se aplicó con interés a un problema que al producirse la disolución de las Cámaras parecía próximo a resolverse. La Academia de Bellas Artes recibió el encargo de proceder y un nuevo arreglo musical llegó a ensayarse en el Monumental y en Palacio para su convali dación. Pero otras urgencias aparentes dejaron el himno nacional una vez más en el dique seco y ni siquiera el año cumplido por el presidente Aznar ha servido para zanjar la cuestión. Esta indolencia sirve de contraste hiriente con otras aceleraciones. Véase por ejemplo el caso de los himnos de las comunidades autónomas que han sido todos publicados -letra y partitura- en el Boletín Oficial del Estado (BOE) desde el "Asturias patria querida" a "Els Segadors" o el nunca entonado de Madrid.Conviene recordar todo esto para los que hayan llegado tarde y también para puntualizar unas declaraciones a la agencia Efe del general Francisco Laguna Sanquirico, responsable del Área de Fomento de la Cultura de Defensa, donde asegura que el Gobierno trata de adquirir los derechos de autor sobre el himno nacional, cuya vigencia inicial para sus actuales propietarios llega hasta el 2002 y probablemente hasta el 2013. Es insólito que el BOE sólo se haya ocupado del himno nacional dos veces. La primera, el 23 de febrero de 1937 mediante el decreto 226 cuyo preámbulo indicaba que "las músicas Nacionales volvieron por lo que era español y tradicional y la Marcha Granadera alzó sus notas en las plazas, iglesias y catedrales recogiendo el entusiasmo de lo que por ser himno de España no debió jamás adscribirse a formas de Gobierno a que no estaba unido". Obsérvese aquí cómo se asesta una puñalada lateral a la Monarquía, a tono con el momento, cuya coloración resalta también en el artículo 2º mediante el que "se declaran cantos nacionales ( ... ) los himnos de la Falange Española, de Oriamendi y de La Legión". La segunda vez que el BOE habla del himno es en la edición del 21 de junio de 1942, que refunde el decreto anterior y establece el "saludo nacional" para evitar la falta de unidad y fiel interpretación en los actos públicos. En adelante, el himno y cantos nacionales debían ser escuchados en pie con "el brazo derecho extendido en dirección al frente, con la mano en prolongación del mismo, sus dedos unidos y algo más altos que la cabeza", como correspondía a la definición del saludo nacional. Después, todo ha sido silencio en las páginas del BOE.

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