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A 48 HORAS DEL DUELO DECISIVO

"Mi gusto está siendo rentable"

El seleccionador defiende y justifica su insistente costumbre de convocar a futbolistas suplentes

Las listas de Clemente, su elección de jugadores para configurar el combinado nacional, han levantado revuelo desde el primer día. Al principio la controversia llegó porque el técnico dejaba fuera a futbolistas que gran parte de la critica consideraba imprescindibles. El paso del tiempo ha conseguido hacer coincidir los gustos del seleccionador con el de la mayoría de los españoles y el ambiente se ha suavizado. Sin embargo, en las convocatorias de Clemente permanece un aspecto que no por repetitivo ha dejado de sorprender: su afición a citar a futbolistas que no son habituales en las alineaciones de sus clubes de origen. Alkorta y Salinas en su día, Cañizares y Abelardo aún ahora y el último caso, López, un futbolista condenado por Antic a la inactividad en el Atlético al que ha recurrido Clemente para combatir a Yugoslavia.A grandes rasgos, el seleccionador justifica inicialmente esa costumbre por una cuestión subjetiva particular de cada uno: "Cada entrenador tiene sus gustos y sus sentimientos. Yo pongo en el equipo nacional lo que a mí me gusta, que no es necesariamente lo que gusta a todos los entrenadores". Y añade que sus preferencias, además, están firmemente apoyadas en el rendimiento: "Si lo que a mí me gusta no. fuera efectivo, no ganáramos partidos, no nos clasificáramos' para las fases finales, habría que cambiar de criterio. Pero es que mi gusto está siendo rentable. Luego estoy en la línea buena".

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La clave de esta aparente contradicción entre el criterio de algunos entrenadores de club y el del seleccionador puede encontrarse en un simple matiz: Clemente no convoca necesariamente a los mejores en términos generales, sino a los que mejor le pueden resolver los aspectos concretos que considera esenciales en cada partido. Porque el preparador vasco no incluye en el mismo paquete todos los encuentros ni todos los rivales. Así, un futbolista le puede resultar esencial para jugar frente a Yugoslavia, pero no, por ejemplo, ante la República Checa.

"Yo sé la capacidad de juego que tiene cada futbolista", afirma, "y lo que me pueden aportar para tareas concretas que necesite. Por tanto, aunque no hayan jugado el domingo, los llamo. Otra cosa sería que yo viera que no juegan en sus equipos porque están en baja forma o físicamente mal. Pero no es el caso. Cuando traigo a los jugadores sé que están bien y lo que me pueden dar".

Uno de los problemas con los que se encuentra Clemente al citar a jugadores suplentes procede de los titulares que no van convocados. Por ejemplo, Molina. Haga lo que haga, sabe ue Cañizares, de quien se desconoce u momento de forma porque no juega n el Madrid, irá a selección. El técnico vasco nunca repara en los que no van citados: "No puedo. Yo nunca pienso en los que no van. Acepto que a Molina le gustaría venir. Pero también creo que entiende mi postura. Los jugadores saben que yo soy imparcial. Y que con la misma objetividad que llevo a unos unas veces, otras veces llevo a otros".

Antes de confeccionar una convocatoria, Clemente sigue una especie de ritual. Analiza el partido del que se trata, decide el estilo de juego que más conviene, diseña estrategias generales y particulares y a partir de ahí empieza a plantearse qué jugadores necesita. Una muestra imaginaria: "Decido que contra Yugoslavia el 11 tiene que hacer un trabajo determinado. Empiezo a pensar quién es el que mejor lo puede hacer y escojo a Ferrer. Y me dirán, 'qué barbaridad, Ferrer con el 11, se ha vuelto loco'. Sin embargo, yo he analizado a los jugadores uno por uno y me he convencido de que el adecuado es Ferrer".

Los medios de comunicación, con todo, no son el único obstáculo que Clemente debe superar en sus elecciones. Porque como el técnico reconoce, los jugadores son los primeros que se sorprenden. "Y ahí entra el segundo trabajo", dice, "convencer al jugador. Y si no le convenzo, tengo que cambiar". El caso más claro le sucedió cuando hizo jugar a Molina de extremo izquierda. Le había convocado como portero, claro, pero un imprevisto en forma de lesión le hizo recurrir a él como jugador de campo: "Yo le pedí permiso para que me dijera que sí. Me miró raro. Pero le hice ver que el lateral derecho rival entraba constantemente y ahogaba a Sergi. Le dije: 'simplemente quiero que evites que nos entre solo y que cojan a Sergi en un dos contra a uno'. Y contestó: 'si sólo tengo que hacer eso, lo hago'. Salió y lo hizo. Eso es convencer a un jugador".

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