El Madrid toma ventaja en su duelo con el Joventut

A la tercera fue la vencida. El Madrid consiguió en la apertura de la semifinal lo que no había logrado aún en esta temporada: vencer al Joventut. Toma ventaja gracias a un trabajado triunfo dentro de un partido que en líneas generales resultó movido, vistoso y rápido, con detalles interesantes, actuaciones individuales destacables y una actitud general hacia el juego no muy habitual en estos tiempos. Ambos equipos jugaron de frente, con la vista siempre puesta en la canasta, sin importarles si se llevaban 10 o 25 segundos de posesión para lanzar, sin esperar una conjunción de estrellas para correr un contraataque. Lo dicho, algo raro.No lo tuvo fácil el equipo madrileño. El Joventut planteó muchos problemas por resolver, y a todos, con menor o mayor tardanza, dio solución. Primero se encontró con Turner, hiperactivo y acertado en los compases iniciales. Obradovic apostó por Santos como su guardián, pero por esta vez el madridista no fue el secante adecuado. Curiosamente, un hombre que no cuenta con la defensa en su lista de virtudes conocidas, Pablo Laso, tuvo mejor suerte, utilizando tanto las piernas como su picardía, de la que anda sobrado. Después le tocó el turno a una de las mejores armas del Joventut: sus rápidas transiciones defensa-ataque. El Madrid contrarrestó con la misma arma. Así pudo recuperar la desventaja inicial (21-29, minuto 13) y coger el pulso del encuentro (36-33, minuto 18). Tampoco tuvo especial incidencia algún que otro cambio de defensa verdinegra, zona presionante 1-3-1 incluida. Con Angulo y Herreros muy acertados en los momentos decisivos, los blancos dieron cuenta de este último problema.

Sólo una cosa se les quedó en el tintero. Y se llama Tanoka Beard. El norteamericano estuvo espléndido en todos sus cometidos. No sólo por sus números, espectaculares (26 puntos, 16 rebotes), sino porque su presencia en el juego fue constante y determinante. No tuvo culpa alguna Beard en la derrota de su equipo, y otra cosa hubiese sido si tanto Turner como Toolson, el resto de la columna vertebral del Joventut, se hubiesen acercado a sus prestaciones.

El partido se decidió hacia el color, blanco de una forma pausada, sin estridencias. El Madrid se comportó de forma muy seria aprovechando uno de los pocos errores estructurales del Joventut. Su juego ofensivo es excesivamente plano, sin cambios de registro, que a veces, sobre todo cuando las cosas no ruedan bien, se hacen necesarios. En los primeros minutos de la segunda parte cayó en una pequeña sequía que únicamente Beard paliaba, y siguió comportándose de la, misma forma, lo que aprovechó el Madrid para, sin hacer mucho ruido, poner tierra por medio (62-53, minuto 31). Cuando recuperó el tino y se puso a tiro (64-62, minuto 35) apareció Angulo y acabó con la discusión.

Esta semifinal promete. La apuesta del Joventut es un soplo de aire fresco, y el Madrid parece dispuesto a contagiarse y jugarse el paso a la final con las mismas armas. Para el partido de mañana, los blancos deberán apuntalar la defensa de Beard. Para los verdinegros, la cosa no está tan clara. Será vital conseguir que sus tres piezas básicas conecten de mejor forma que lo hicieron ayer, y de esta forma permitir que los elementos periféricos como Murcia o Sanmartín no se vean cargados de más funciones que las que habitualmente desarrollan.