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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio búlgaro

LA VERDADERA transición de Bulgaria empieza ahora. La victoria de la coalición de la derecha democrática, Fuerzas Democráticas Unidas (FDU), abre nuevas perspectivas de cambio tras años de gobierno de los antiguos comunistas. A duras penas reformados en socialistas democráticos, han demostrado estar demasiado anclados en intereses y prejuicios ideológicos para realizar las imprescindibles reformas. La victoria de las FDU es una consecuencia lógica del triunfo de su candidato, Peter Stoyanov, en las elecciones presidenciales de noviembre, con unos resultados que deslegitimaron al Gobierno socialista.Este Gobierno cayó ante la presión de la calle. Las numerosas y masivas manifestaciones de hace dos meses le hicieron desistir de sus intentos de permanencia. Los resultados de los comicios anticipados dan la razón a los manifestantes. La coalición de las FDU ha podido asegurar su victoria por mayoría absoluta de votos y de escaños. Los búlgaros han expresado claramente -aunque con una abstención elevada- su voluntad de cambio.

El líder de las FDU, Ivan Kostov, virtual nuevo primer ministro, no tendrá una vida fácil. Tras la euforia de esta victoria, los búlgaros vuelven a la realidad de la penuria. Kostov no les ha engañado. Ha prometido intensas y duras medidas de reforma que otros países de Europa oriental tomaron hace tiempo para liberalizar la economía, privatizar empresas estatales, y reforzar la confianza en la moneda nacional, en línea con las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los búlgaros deben saber lo que les espera, pero también que el anterior Gobierno no ofrecía soluciones.

Con esta victoria se inicia la transición hacia una economía mixta de mercado y se abre una transición política si, como todo indica, se consuma el relevo en la clase dirigente. En Bulgaria el cambio de 1989 fue más aparente que real. El antiguo aparato comunista, transformándose, rejuveneciéndose y escudándose en una democratización muy parcial, logró mantenerse en el poder. Han sido necesarias las manifestaciones de febrero para consumar su caída.

El Partido Socialista Búlgaro (PSB), tras resistirse a la anticipación de los comicios, ha reaccionado con corrección ante su desastre electoral, que le deja con menos de un voto de cada cuatro, aunque aún como segundo partido. Las elecciones han producido también otras novedades con la entrada de pequeños partidos en el Parlamento, entre ellos la Unión para la Salvación Nacional, que agrupa a turcos étnicos, y grupos monárquicos que abogan por el regreso del exiliado rey Simeón, y la Euroizquierda, disidente del PSB, a la que ha votado -una izquierda alejada del antiguo aparato.

Se abre un nuevo futuro para Bulgaria. Un futuro que le permite aspirar al ingreso en la Unión Europea y a su integración en la OTAN, aunque a Rusia le disguste. Para lograrlo les espera un difícil camino a los búlgaros. Pero parecen haber comprendido que no tenían alternativa a las duras reformas demasiado tiempo demoradas.

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