LOS PUÑETAZOS DEL OBISPO

Girolamo Grillo no está ya en los anales únicamente como el obispo de las milagrosas manos en que lloró la estatuilla de la virgen traída de Medjugorje y venerada en su diócesis como la Madonna de Civitavecchia. Las mismas manos del prelado han sido noticia ahora por pecadoras. Grillo, que se apresuró a hacer pública su opinión sobre el carácter sobrenatural de las lacrimaciones antes de que se pronunciaran las autoridades vaticanas, la emprendió el pasado lunes a puñetazos con Salvatore Vitiello, sacerdote de 30 años que fue a su despacho a pedirle que ordenara diácono a alguien considerado por el obispo inadecuado. Ocurrió de mañana, en horas poco propicias para el rapto mental, sea místico o de naturaleza terrena. Y sin embargo, el golpe resultó contundente. Vitiello salió del episcopal encuentro con la nariz tumefacta, y se acercó, al juzgado a poner una denuncia. El obispo Grillo dice que fue él el agredido, y que hubo de defenderse ante una "reacción descompuesta". Añade que no se querellará contra su denunciante, porque se trata de una "persona con problemas".- ,